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A propósito de doctrinarios, aliancistas y la gente

Tomás Pichardo.- Respecto al tema de la alianza del PAN con el PRI al interior del panismo han “corrido” muchos comentarios, unos en favor y otros en contra. En todos destaca la polarización de posiciones de unos desde los principios y la historia del partido y de otros desde la visión práctica de lo que se requiere en un momento como el que vivimos en México.

En algunos círculos panistas ha privado ante todo la rispidez en la exposición de las ideas y posiciones, dándose en consecuencia la confrontación e incluso el rompimiento entre los panistas. Por lo mismo del acaloramiento del debate se genera un diálogo de sordos, en donde todos nos mostramos incapaces de escuchar al otro. Luchando más bien para demostrar quien es el más sabio, el que tiene la razón absoluta.

Leyendo los comentarios vertidos me parece que hay un aspecto en el que no se hace énfasis. Se discute sobre la violación a la doctrina, la incongruencia respecto a nuestra historia partidista, la rentabilidad electoral y se reflexiona poco en lo que respecta al futuro de la gente. Pensamos en clave de militantes partidistas y creemos que esa es también la de la ama de casa, la del padre de familia, la de los jóvenes trabajadores y estudiantes. ¿Es en realidad así? ¿Sabemos con certeza lo que la gente piensa, sus intereses, sus dolencias sociales?

No podemos ignorar que a quienes militamos en un partido político, nos acompaña el desprestigio general de los mismos a los ojos de la gente. Hay quien afirma con razón que en este sentido, los militantes de partido debemos hacer un acto de reflexión importante, así como actuar y hablar con humildad. La elección es una prueba de fuego para todos y específicamente para nosotros los panistas, por lo que debemos demostrar al pueblo que estamos dispuestos a hacer de otra manera la política.

He ahí otro reto importante: superar la visión de que dicha prueba de fuego, la de demostrar otra manera de hacer política, le toca solo a los políticos con cargo y beneficio. Si consideramos que la política es algo inherente a quien es persona, a quien es ciudadano y más aún a quien milita en un partido, resulta entonces que el reto nos toca también.

Entonces, al menos para mí, salta a la vista lo verdaderamente importante de la próxima elección: la gente y su bienestar. La gente y su desarrollo. La gente y su seguridad. La gente y su promoción. La gente, la gente es lo importante y de ello se deriva el preguntarnos ¿qué estoy haciendo para aportar en ese sentido? No dudo que muchos ya lo hacen, pero ¿cómo se está haciendo? ¿la acción es integral? o cae solo en el asistencialismo. O se queda solo en la grilla.

Aliancistas o no, tenemos una responsabilidad social y política: Abonar al bien común de México y ayudar a evitar el dolor evitable. Para que eso sea posible con mayor fuerza necesitamos abonar a la concordia, al diálogo, al acuerdo práctico, a la humildad, a la unidad. No se trata solo de frenar a un adversario político, sino a alguien que se ha convertido realmente en un peligro para México.