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Carlos Castillo defensor de la vida

Salvador Reding compartió este esclarecedor artículo escrito por Don Esteban Zamora, Fundador de “Plumas azules”, sobre Carlos Castillo Peraza, quien cumplió este 9 de septiembre 19 años de fallecido. José Luis Espinoza Piña escribe respecto a este artículo: “Esteban Zamora narra con gran calidad y claridad quien era Carlos Castillo Peraza; el intelectual metido en la política. Es muy claro para todos que Carlos fue el último ideólogo del PAN”

Sferapolítica Como parte de su reconocimiento a tan valioso personaje de la historia del PAN, reproduce integro el artículo de Don Esteban Zamora.

Por Esteban Zamora Camacho.- 

Conocí a Carlos Castillo Peraza en 1979 cuando fuimos compañeros en la quincuagésima primera legislatura; en ese tiempo le pronostiqué que llegaría presidente nacional del PAN; le dije, “tú vas a ser presidente nacional y yo voy a ser tu Pío Marcha”. Afortunadamente para mí, yo era consejero nacional cuando la campaña de Carlos para la elección de presidente del partido y me tocó presentarlo como candidato ante el Consejo Nacional. ¡Y ganamos!

Max Weber decía que el que pretenda ganar el poder público debe olvidarse de la salvación de su alma; sin embargo, nosotros le oímos muchas veces a Carlos Castillo la frase de “ganar la tierra sin perder el cielo” y es que el político no necesariamente tiene que renunciar a los principios de la ética sino, por lo contrario, la actividad política y principalmente la que afecta en su resultado a un gran número de personas, debe fundamentarse en los valores y en los principios morales.

Dentro de la acción multiforme de Carlos el campo intelectual y político hay que mencionar su apasionada defensa del derecho a la vida en el parlamento, en la prensa, en la academia, en la tarea de capacitación política, de la cual fue promotor incansable. En sus últimas semanas de su vida le tocó participar en la polémica que desató la legalización del aborto en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal pero no era en él una postura nueva sino que desde siempre Carlos defendió el derecho a la vida como derecho fundamental, como la plataforma de arranque en la que se fundamentan los demás derechos.

Un artículo periodístico de Carlos Castillo que no he olvidado fue uno que se llamó “Bienaventuradas las tortugas”. En este trabajo comentaba una campaña en contra de la depredación de los huevos de tortuga y decía que era una buena acción porque constituía el reconocimiento de que en cada huevo de tortuga había una vida de tortuga y eso nadie lo discutía. Bienaventuradas las tortugas, decía Carlos en el artículo, porque nadie les niega su tortuguidad, sin embargo, hay quienes se atreven a poner en duda la humanidad de los hombres. En un huevo de tortuga indiscutiblemente hay una vida de tortuga, de la misma manera que en un huevo humano, en el embrión, en el feto, indiscutiblemente hay una vida humana que debe defenderse y protegerse y por desgracia no faltan quienes rechacen la humanidad de esa vida que comienza a gestarse.

Y decía Carlos que subordinar el derecho a la vida al deseo de quien fuere equivale a instaurar la arbitrariedad como raíz de un orden jurídico que desembocará inevitablemente el totalitarismo y en la ley del más fuerte en la que el puro deseo, sin lógica ni razón, seria instituido como creador de derecho.

Nos ha quedado claro y creo que les quedó claro a todos los mexicanos que escucharon a Carlos Castillo que el aborto y el terrorismo son dos manifestaciones de una actitud de desprecio a la vida de los demás; los terroristas y los aborteros se sienten con derecho a disponer de la existencia ajena y la corriente abortista, en sus raíces, no se diferencia en nada del pretendido derecho de los nazis para acabar con la vida de los judíos.

Carlos insistía también en que legalizar el aborto traía como consecuencia un deterioro de las conciencias, una pérdida del sentido de los valores fundamentales y esto lo estamos viendo hasta nuestros días cuando en muchas mentalidades se está borrando la visión del aborto como un crimen abominable.

Cuando recién empezó la legislatura en la que fuimos compañeros Carlos y yo, ante la inminencia de que los diputados comunistas que en ese momento todavía se llamaban Grupo parlamentario del Partido Comunista –después cambiaron de nombre— presentaran una iniciativa para legalizar el aborto, Carlos se adelantó y formuló un proyecto de reforma para que el derecho mexicano protegiera la vida desde el momento de concepción hasta la muerte. Lo presentamos al pleno de la Cámara, no llego finalmente a aprobarse. pero provocó el debate a tal grado que uno de los diputados comunistas se nos acercó a nuestra bancada y nos dijo: “desgraciados, ya nos hicieron abortar lo del aborto”. Él utilizó una palabra un poco más fuerte, pero creo que esto da la idea.

Cuando terminó el primer periodo de sesiones, Carlos nos impulsó para que todos los diputados de Acción Nacional nos dedicáramos durante el receso a promover en nuestros lugares de origen la defensa del derecho a la vida. Yo vivía en ese tiempo en Culiacán y me tocó dar varias pláticas en escuelas profesionales, en los subcomités del Partido y en algunas colonias en la ciudad de Culiacán.

Como es sabido, en Sinaloa, mi tierra, a los niños les dicen “los plebes”. Pues bien, después de una conferencia sobre el derecho a la vida en una colonia suburbana de Culiacán una señora asistente a la plática se me acercó y me dijo: “Mire, qué bueno que vienen ustedes a hablar de estas cosas porque la Irene—señaló a una muchacha que estaba entre el público—se quería sacar al plebe”. Posiblemente aquella exposición sirvió para que la Irene se desistiera de su propósito y si el plebe de la Irene vive todavía debe ser un muchacho de más de 20 años que, indirectamente, está vivo gracias a la apasionada defensa del derecho la vida que Carlos Castillo Peraza desplegó con tenacidad ejemplar en todos los campos y en todas las ocasiones en las que podía hacer oír su voz.