LOS GANADORES DEL PREMIO NOBEL DE ECONOMÍA 2024, Y LAS DOS NOGALES Por Marcos Pérez Esquer
Esta semana se han ido dando a conocer los nombres de las personas ganadoras de los Premios Nobel. Por lo que hace al de economía, el prestigiado galardón que otorga el Banco de Suecia en honor de Alfred Noble, fue otorgado a tres conocidos profesores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Se trata de Daron Acemoglou, economista turco; James Robinson, economista y politólogo británico, y Simon Johnson, economista británico-estadounidense.
El reconocimiento se hace por sus estudios sobre las desigualdades de las naciones, en lo cual han trabajado juntos. Los dos primeros, Acemoglou y Robinson, son coautores de un libro publicado en 2012 que se convirtió en superventas, titulado “Por qué fracasan los países”, y el tercero, sin llevar créditos como coautor, ayudó a los primeros en las investigaciones que permitieron escribir esta obra.
Lo interesante para México es que, ese famoso libro alude abiertamente a nuestro país como un ejemplo de lo que no debe hacerse, es decir, como un ejemplo de los países que fracasan, y trata de explicar por qué.
Inician, desde el primer capítulo, comparando la realidad de dos ciudades contiguas que, como tales, comparten una zona geográfica, un tamaño poblacional similar, y en general, condiciones naturales y culturales bastante parecidas, salvo que una está en México, y la otra en los Estados Unidos; se trata de Nogales, Sonora, y Nogales, Arizona, a las que consideran una misma comunidad dividida por una frontera geopolítica.
La pregunta que se hacen lo autores es por qué estas dos comunidades que, en principio, tienen oportunidades de desarrollo semejantes, presentan hoy una realidad tan drásticamente diferente. Mientras que en la Nogales estadounidense hay desarrollo económico, seguridad, servicios, bienestar humano, etc., en la Nogales mexicana se carece prácticamente en absoluto de todo ello.
La respuesta de los ahora homenajeados se centra en la calidad de las instituciones políticas y económicas, y no en los factores geográficos o culturales.
Para explicar esto, los autores distinguen entre instituciones inclusivas, e instituciones extractivas. Las primeras, comunes en los Estados Unidos, permiten la participación ciudadana en el gobierno asegurando que la ley se aplique de manera igualitaria, y en consecuencia, se fomente la inversión y la innovación, mientras que, en contraste, las extractivas, como las que suele haber en México, son instituciones que concentran el poder en un grupo, restringiendo así las oportunidades económicas.
El texto ofrece información de cómo en Nogales, Arizona, las instituciones garantizan el respeto a los derechos de propiedad y la eficacia de los contratos, lo que permite la inversión en los negocios y en la educación con la seguridad de que esos bienes no serán confiscados arbitrariamente, hay -digamos-, seguridad jurídica y estado de derecho. En Nogales, Sonora, en cambio, las instituciones no ofrecen esa protección, y suele haber abusos al respecto.
Todo lo anterior propicia que, en Nogales, Arizona, cuenten con servicios públicos de calidad, tanto en salud, como en seguridad, educación e infraestructura, cosa que, en Nogales, Sonora, no sucede, y se obstaculiza el desarrollo humano.
La corrupción dentro de esas instituciones es el cuarto factor relevante, ya que, si bien reconocen que en Estados Unidos existe corrupción, en general la rendición de cuentas y la transparencia son más efectivas, en tanto que, en Nogales, Sonora, los mecanismos de control son casi inexistentes y la impunidad campea.
En los capítulos subsecuentes el libro ofrece otros ejemplos de países y ciudades que también contrastan en términos de desarrollo económico y bienestar humano, pero en todos los casos el común denominador está en la diferencia en la calidad de estas instituciones, lo que nos arroja la lección de la importancia enorme que tiene la consolidación y el fortalecimiento de las instituciones. Son estas las que garantizan buenos resultados, y no los discursos y las buenas intenciones.
La experiencia de las dos Nogales, que, a pesar de compartir el mismo clima, la misma ubicación geográfica, e incluso la misma cultura, y aun así difieren al grado que la arizoniana es sumamente próspera, y la sonorense ha quedado rezagada en un contexto de inseguridad y carencias, debería dejarnos en claro la importancia de reforzar las capacidades institucionales. El gobierno de López Obrador nunca lo entendió, y se enfocó en debilitarlas y concentrar el poder; todo lo contrario de lo que conviene hacer. Esperemos que Sheinbaum lo comprenda y cambie el rumbo.