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¿Por qué la discriminación de las mujeres?

Por María Elena Álvarez de Vicencio.

 

Desde los inicios de la humanidad, la idea de lo masculino surge de forma central y lo femenino es considerado marginal. Los efectos de esta práctica se expresan en la discriminación de un sexo por considerarlo inferior al otro. Esta convicción se apoyó en el argumento de que las mujeres, por sus características biológicas y sicológicas, relacionadas con la menstruación, gestación, parto y lactancia, estaban vinculadas y sujetas a las leyes de la naturaleza, en tanto que a los varones se les colocó más unidos a la cultura y a las leyes del pensamiento.

En la mayoría de las culturas, sus leyes y costumbres surgieron y se desarrollaron bajo esa premisa de la superioridad de ellos y la inferioridad de ellas. En la era moderna, la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, adoptada en Francia en 1789, en su artículo primero estableció que: “los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos…” pero esta declaración no incluía a las mujeres.

El Derecho Romano, uno de los grandes monumentos legales que ha creado la humanidad y que inspiró, en gran medida, el derecho occidental (el mexicano también), institucionalizó la inferioridad de las mujeres. En su cuerpo normativo dividió a las personas en dos clases: las que están bajo la autoridad de otras y las que no lo están. En la primera clasificación se encontraban los esclavos, los niños y las mujeres, y en la segunda, quienes no dependían de nadie, eran sólo los varones. Las leyes de los distintos países, en las diversas etapas de su historia, hicieron suya esta concepción jurídica. Sin embargo, la madurez de los tiempos, no sin luchas sangrientas, logró abolir la esclavitud en los diversos países. Los niños también fueron liberados con la Declaración Universal de los Derechos de los Niños, que aun cuando no todos los países la respetan cabalmente, nadie la discute.

Respecto a las mujeres no hubo amplias acciones, ni guerras, ni declaraciones, para revertir esa dependencia. Algunas mujeres, en distintos países, encabezaron movimientos feministas, que en ocasiones tuvieron rechazo de las propias mujeres, pero que lograron despertar inquietudes y abrir brechas que finalmente se concretaron en reformas legislativas como el reconocimiento del derecho a votar y ser electas. En nuestros días, muchas mujeres, individualmente o unidas en partidos y en grupos sociales, se han esforzado en profundizar las raíces de esa histórica discriminación y las soluciones para eliminarla. Una de ellas fue Gayle Rubin, considerada la creadora del término GÉNERO, utilizado por primera vez en 1977, para referirse al sistema de jerarquías sociales basado en las diferencias sexuales y en el cual se sustenta el sistema de discriminación de las mujeres.

Sus amplios estudios llevaron a una conclusión muy útil para el análisis: la palabra sexo se refiere a las diferencias y características biológicas y anatómicas de los seres humanos, y la palabra género es el conjunto de creencias y atribuciones sociales construidas en cada cultura y momento histórico, tomando como base la diversidad sexual. Los resultados de esta investigación nos revelan que la mayoría de las conductas que se atribuyen innatas en los hombres y a las mujeres, no son tal, sino que son aprendidas en el entorno cultural. La evidencia de esta realidad nulifica el fundamento en que se ha venido apoyando la discriminación de las mujeres. Ellas, como los varones, pueden ser tan capaces profesionistas, académicas o políticas, su diferencia sólo está en lo fisiológico y no es característica de inferioridad y menos motivo de discriminación.

 Artículo publicado en Revista La Nación