¿CÓMO LLEGAMOS AQUÍ? Por Esther Quintana
Pertenezco a una generación en la que recibir un par de cintarazos para que entendieras que en tu casa había reglas de conducta que tenías que respetar, no era considerado como una violación a los derechos del niño. Mis posaderas y mis pantorrillas sufrieron infinidad