¿UN NUEVO PATRIOTISMO?… Por Esther Quintana
Tengo bien presente que cuando era niña y en la radio se escuchaba el himno nacional, mi madre se ponía de pie y me ordenaba hacer lo mismo. Yo refunfuñaba con una pregunta ¿y por qué, mamá, porque me tengo que parar?….Doña Rosario me contestaba tajante: “PORQUE ES EL HIMNO DE MÉXICO, POR RESPETO”. Y con la mirada que me plantaba estaba más que claro que no admitía más interrogantes. Hoy está en desuso. Hay muchas cosas que ya quedaron en el olvido. El mundo ha ido cambiando. Y es lógico, sin embargo hay comportamientos, actitudes, maneras, como usted guste llamarlas, que debieran seguir vigentes. ¿Por qué? Porque tienen que ver con los vínculos de quienes conforman una nación.
Construir a México no fue tarea simple, hacernos nación no se dio de la noche a la mañana. Costó, parafraseando a Churchill, “sangre, sudor y lágrimas” y mucho dolor. Y se tiene conciencia de esto, se cuida, se protege. La patria es un ente VIVO, que respira en cada uno de nosotros, incluso sin tener conciencia de ello. La patria existe, es lo mejor que nos ha pasado. Y México existe como Estado democrático y nos ampara con el reconocimiento de nuestros derechos fundamentales. La mejor patria es aquella que aglutina, que nace de un proyecto común. La tolerancia entonces, tiene un papel fundamental, sin ella no habría comunidad. Somos diferentes quienes la conformamos, porque pensamos distinto, porque nuestras visiones muchas veces no son coincidentes, etc., y sin embargo, por conveniencia propia, tenemos que aprender a convivir en armonía.
México es nuestra patria, nos unen la tierra, la cultura, la lengua, la historia, las tradiciones, las costumbres. En México cabemos todos, partamos de esa premisa, por ende, el nacionalismo excluyente, o el otorgarse por parte de quien ejerce el poder público la posesión del país con la bandera de una ideología dominante, resulta deleznable. Estamos en el siglo XXI.
Yo amo a México, con sus claroscuros, con un sinfín de circunstancias con las que no comulgo, pero me duelen los separatismos, porque no abonan en nada a la integración que nos debemos como personas que habitan la misma casa. Hojeemos la historia, México ha pagado cuotas muy altas por discrepancias provocadas por el poder o por el dinero. Las consecuencias de estas luchas intestinas y muchas veces acicateadas por intereses externos, las paga la gente, el de a pie, ese es el que pierde. Es el mexicano común el que se ve arrastrado por las mezquindades de un grupo que se estima el dueño de la verdad absoluta. Me rebela nuestra incapacidad crítica, el bajar la cabeza y mentar madres entre cuatro paredes y tragar para adentro. No mandar al carajo nuestra posición de mirones y de una vez por toda asumir nuestra investidura de dueños de este país, eso es ser PUEBLO SOBERANO. Tenemos el deber PATRIO de vertebrar un proyecto común, no somos títeres de nadie, y dejarlo bien claro a quienes circunstancialmente ocupan posiciones de gobierno. La patria la hacemos los gobernados, la patria es la expresión más rica de nuestra identidad, es el corolario de lo que nos hace distintos y distinguibles de otros pueblos de la tierra.
La patria es una especie de pálpito, de sensación de pertenencia a nuestra tierra, a nuestra cultura, a toda esa riqueza traducida en colores, en canciones, en literatura, en vestimenta, en comidas. Y destaco la cultura porque es elemento vital de una sociedad vibrante, con ella definimos lo que somos y a la vez es la que nos permite, con su magia, ver el mundo con los ojos con que lo miran los demás. La patria, es la que se ama, no la que se estima como COSA a poseer. El patriota ama sus símbolos, sus significados. Los apátridas la quieren para ponerle el fierro, como se hace con las reses. Los mexicanos tenemos que aprender a ser patriotas, conocer nuestra historia coadyuva a ello de manera sustantiva. No desdeñemos un aprendizaje tan relevante. Los patriotas escriben su historia.
Ocuparse de los asuntos públicos y opinar, es también un deber para con la patria. Mantenerse con la práctica infausta de confiarle a uno o dos que se estiman la luz del mundo, la prosperidad de nuestro país, es no tener patria. No es sano desprenderse de nuestro principal deber, ES ASUNTO NUESTRO LA BUENA MARCHA DEL PAÍS. Hubo tiempos y la historia los narra, en que ser patriota implicaba cargar un fusil, hoy día hay que cargar con responsabilidades. Es la mejor manera de que este país se convierta en el mejor para vivir.
Darle al civismo el peso que tiene en las asignaturas escolares, es sine qua non. ¿Por qué? Porque contribuye a desarrollar el sentido crítico, el discernimiento entre el acierto y el yerro, entre lo que conviene implementar y lo que hay que hay que desechar. México demanda gobernados preparados y esto va a beneficiar al país, porque los gobernantes salen de esa comunidad. Hoy día las manifestaciones más plausibles de patriotismo son las que se escuchan en los estadios deportivos cuando gana México, y no está mal, pero no basta. Tenemos que incorporar otras razones de manifestación de triunfos patrios. Pero hay que trabajar en ello.
Ya es hora de poner en primer plano el desarrollo integral del país, de tener como objetivos ambiciosos superar la pobreza y la marginación en la que viven millones de compatriotas pero con programas creados para convertir a México en un polo de inversión extranjera y nacional que se traduzca en empleos bien pagados, lo que transformará el modus vivendi de manera impactante. También se tiene que avanzar hacia una educación de primer mundo, que le permita a las nuevas generaciones desarrollar al máximo su potencial intelectual y realizarse como personas exitosas, en armonía consigo mismas. Y esto le pondrá un golpe de muerte a la inseguridad que hoy se crece a lo largo y ancho del país, con sus contadísimas excepciones. Ya no tendrá aliados la delincuencia organizada y recuperaremos la paz y la tranquilidad de cada ciudad, de cada calle, de cada plaza. Nada más imagine el regalo que nos vamos a hacer nosotros mismos.
Es hora de reflexionar sobre lo que hemos ido perdiendo en el camino, pero no para llorarlo, si no para recapitular y no repetir yerros. Es tiempo de rediseñar la vida de este país hermoso y noble en el que nos ha tocado nacer. Es hora de hacer realidad nuestros sueños. Y esto demanda la participación de TODOS. Órale, seamos patriotas del siglo XXI.