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Una Autocrítica Indispensable

Por: Luis Fernando Bernal.- La coalición electoral que actualmente está desarrollando el PAN con otras fuerzas políticas es un “mal menor” en comparación con el “MAL MAYOR” que implicaría un contundente triunfo de MORENA, tanto en el Congreso Federal como en elecciones locales, el próximo junio. Sin embargo, previamente es fundamental tener consideraciones ineludibles con el electorado, si es que nos vamos a atrever a pedir su voto. Al electorado, y no nada más en México sino en otros países, lo han acostumbrado a tragar muchos sapos. Por eso estoy en contra, como ahora está de moda, de que se condene sumariamente o se trate despectivamente a los 30 millones que votaron por AMLO y MORENA en la elección anterior, aclarando que yo no lo hice, por lo que esto no es una auto-disculpa. ¿Qué otro instrumento tiene el ciudadano común para mostrar su rechazo o aprobación a una clase política o a determinados gobiernos y partidos si no es el voto?, para lo cual tiene que esperar además de 3 a 6 años para poder expresarlo. El problema es que esta situación la están aprovechando ahora ciertos políticos para penetrar el sistema democrático y, desde ahí, sabotearlo o desmantelarlo. Pero eso no es culpa del electorado, eso es una traición de los políticos profesionales, o de nueva cepa, que se dicen demócratas pero que realmente no lo son, como Chávez, Trump, Orbán o López Obrador. Son los partidos tradicionales que decepcionaron a los electores los que están obligados a pedir una disculpa o, al menos, ofrecer una explicación y no pedírsela éstos a los electores. En esto es fundamental la cultura de la crítica y la autocrítica que desafortunadamente no se ha desarrollado adecuadamente en nuestro país.

Una de las principales aportaciones del PAN a la cultura política mexicana fue el ejercicio de la crítica, de la crítica responsable, diferente a la denostación, la difamación o el linchamiento, que es a lo que la cultura política priísta nos acostumbró en la plaza pública durante décadas. El fundador del PAN, Manuel Gómez Morin, en su brillante ensayo 1915, expone claramente como no podía hacerse una reconstrucción nacional con eficacia técnica y solvencia ética si no iba acompañada de un ejercicio crítico y autocrítico profundo de quienes habían encabezado la Revolución y de quienes habían quedado como triunfadores. No lo hicieron entonces y una de las labores de Acción Nacional fue hacerlo durante los años en que imperó el sistema político postrevolucionario. Sólo escasos intelectuales con temple como Daniel Cosío Villegas y Octavio Paz hicieron énfasis en esto en aquellas épocas.

Ese ejercicio de autocrítica no lo hizo tampoco el PRI cuando después de 70 años de hegemonía fue derrotado electoralmente y se dio paso a la alternancia. No lo hizo tampoco el PRI, después de que el electorado le dio una nueva oportunidad y el tricolor le respondió con una nueva generación de políticos, más jóvenes, pero también más corruptos y con menos escrúpulos. Y no lo ha hecho tampoco el PAN, aún en contra de su tradición original ya mencionada, apareciendo incluso analistas que cuestionan al electorado por dudar en volver a dar el voto a estos partidos. Es necesario que los partidos que componen la coalición hagan un ejercicio público de “mea culpa”, de señalar en lo que se equivocaron, o en lo que no fueron congruentes y de prometer hacer lo posible por no volver a cometer los mismos errores, o al menos, tratar de aminorarlos.

Yo sé que en México no estamos acostumbrados a eso. La disculpa y el reconocimiento de errores, aquí, en política, es visto como debilidad, como propinarse “autogoles” que en lugar de ayudar le dan armas al enemigo y que nos hacen más vulnerables. Pero no es así, un verdadero ejercicio de honestidad de ese tipo sería más valorado por los electores que írsela llevando “chiflando en la loma”, como hasta ahora, y pedirles el voto, “así nomás”. No se diga el PRD, que debe hacer tantas aclaraciones por los candidatos mafiosos y delincuentes que encumbró en distintas posiciones con tal de ganar elecciones.

Todo esto es importante para poder diferenciarse de MORENA que, inmerso en su discurso puritano del “no somos iguales”, está haciendo exactamente lo mismo e incluso, peor. Un ejemplo de esto es la designación de Félix Salgado Macedonio como candidato a gobernador de Guerrero. Con esto han salido los mismos recurridos argumentos de que legalmente es elegible por que no hay juicio, ni sentencia que lo condene, que la “presunción de inocencia”, etc.

En México, la cultura priísta también nos heredó un falso deslinde entre la vida pública y la vida privada que no puede existir en las figuras públicas, especialmente los políticos. En otras democracias, más desarrolladas, precisamente por la gran responsabilidad que se les confiere a los funcionarios de gobierno, su vida privada es obligadamente de interés público, por lo que ese deslinde no existe, no debe existir por principio. En dichas democracias lo que funciona es exactamente lo contrario, para los políticos y funcionarios lo que existe es la presunción de culpabilidad, es decir, es tal lo delicado de sus tareas que, para ellos, sobre todo si manejan dinero público, la presunción de culpabilidad es un seguro que evita que lleguen a puestos de mucho poder personas carentes de solvencia moral o incluso con tendencias criminales.

En cualquiera de esas sociedades las denuncias contra Félix Salgado lo hubieran inhabilitado para aspirar a cualquier candidatura, pero sólo en México esto no es impedimento y peor aún, es motivo para victimizarlo. Lo más decepcionante es que la exculpación y la victimización provino del propio presidente de la República, quien dijo que eso era normal, pues en época de elecciones siempre surgía la “guerra sucia” contra los candidatos, en lugar de suspender su candidatura hasta investigar y aclarar cual es la verdad de los hechos con respecto a las denuncias. Hay que agregar que la previa fama pública de Macedonio, a quien apodan “el toro sin cerca”, no ayuda a descartar la posible veracidad de esas acusaciones.

Es decir, la coalición Va por México no puede aparecerse y decir: “aquí no ha pasado nada, ahora voten por mí porque MORENA es un peligro para México”. Debe construir una narrativa que justifique su actuación política anterior, incluyendo disculpas por lo que no tenga justificación; que explique el porqué de su alianza actual y que dé seguridades para su actuación futura. Esa narrativa no se ha construido, ni cada partido lo ha hecho en lo individual, ni lo han hecho como coalición. Esto es un asunto muy importante que aún está pendiente y que, de no hacerlo, puede tener altos costos, si no en votación, sí en abstención para los comicios de junio. Ojalá y estos partidos reflexionen, especialmente el PAN, pues su origen y su historia se lo demandan.