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ENCUESTAS ¿Ejercicio matemático o simple engaño?

Por Salvador I Reding V.- Las encuestas sobre preferencias electorales siempre a la orden del día, pero ¿también a la orden de quien paga por resultados? Muy posible, es muy fácil ¿por qué?

Manipular resultados de encuestas es en primer lugar bien sencillo, y también fácil de fallar por simple torpeza e inexperiencia de los encuestadores, dos casos diferentes, que pueden sumarse. Además, la honestidad profesional en todos lados está a la baja. Sí, las fallas de las encuestas pueden tener dos orígenes (o ambos), torpeza o trampa.

Así como dice el viejo chiste, que hasta Luis Echeverría contó: “¿qué horas son?” “¡Las que usted diga, señor presidente!” Igualmente: “¿qué resultó de la encuesta?” “¡Lo que usted diga, usted la paga!”

Cuando estudiaba Economía, conocí un libro llamado “Cómo Mentir con Estadísticas”, y la verdad, es fácil engañar al lector, manipulando datos ciertos y sobre todo con gráficos.

Podré un ejemplo sencillo. La casa encuestadora hace su encuesta por llamadas telefónicas suponiendo que son al azar, y realizan digamos dos mil llamadas a hogares con teléfono fijo domiciliario. Ven el resultado y porque les da la gana por sus personales preferencias, o porque “apoyan” al que paga, estudian los resultados y de esas 2,000 llamadas seleccionan sólo mil, las que dan el resultado que desean, y así lo publican.

La ficha técnica que publican dice que se hicieron mil llamadas (no las dos mil) y que el resultado es tal, con tal margen de error. Todo suena muy profesional, aparentemente cumplen con los requisitos de Ley, pero es falso. ¡Así de fácil!
Pero hay otras formas de falsear o torcer los resultados, y es la manera de preguntar y la de estructurar los resultados. También resultan falsos éstos cuando dependen de ciertas fechas o acontecimientos, es decir, están sesgados.

Y hablando de sesgos, también las encuestas pueden fallar al seleccionar la muestra encuestable, dependiendo de tipos de personas, de lugares o de medios para preguntar. Esto depende de la empresa encuestadora, pero también hay sesgos de parte del universo a encuestar, pues en muchas ocasiones y por diversas razones, desconfianza en primer lugar, las personas mienten.

En los censos de población hay algo muy conocido, las personas de muy bajos ingresos tienden a mentir sobre ellos, pues le avergüenza decir tan poco, así que en su respuesta se suben algo al ingreso real. Por el otro lado, quienes ganan mucho y le tienen miedo al fisco, dicen que ganan menos. Estadísticamente se pueden estimar esos datos falsos.

Las encuestas realizadas en las mismas fechas y con resultados incomprensiblemente diferentes entre sí, dependen tanto de la posible falsedad, como de errores de procedimiento, al diseñar cuestionarios, al seleccionar universos y en especial sus muestras. Igualmente varían por el medio de interrogar. No es lo mismo llamar al teléfono de casa o a celulares, o a preguntar casa por casa o detener personas en la calle y preguntarles. No hay resultados semejantes sin la encuesta se hace en ciertos barrios o en otros, en escuelas o en centros comerciales populares o de postín.

En el caso de los teléfonos, la encuesta se reduce sólo a las personas que tiene teléfono y que además lo contestaron en el momento de la llamada (y esto vale para todas las encuestas, las políticas y las comerciales). Está sesgada, aunque se diga cómo se hizo, quienes no tienen teléfono no fueron encuestados, y esto es más que común.

Por lo demás, hay eventos que hacen cambiar de opinión o preferencias al electorado, eventos muy significativos. Un caso famoso, hace algunos años en España, fue la gran preferencia electoral por el Partido Popular (que gobernaba) cuando suceden los atentados contra estaciones de trenes en varias ciudades. El gobierno de Aznar culpó a ETA sin pruebas, y al saberse que era obra de terroristas islámicos, el pueblo se sintió gravemente engañado por el Partido Popular gobernante, y en un par de días cambió su voto y mayoritariamente se lo dio al PSOE. Cualquier encuesta de días, de horas antes, se vino al suelo.

Las encuestas ayudan, pero ni son proféticas ni necesariamente válidas. Sin embargo, cuando la mayoría de las encuestas más o menos simultáneas dan grandes preferencias a un partido y a su o sus candidatos (esas que se consideran “irreversibles”), lo más probable es que reflejen los resultados posibles el día de votar. Con todo y los errores y falsificaciones que hubieran tenido dichas encuestas.

Por todas estas razones, hay que desconfiar de las encuestas, sin por eso descalificarlas totalmente, sólo ponerlas en duda. Y en una duda que ha resultado muy justifica por experiencia. Por último, siempre se dice que las encuestas son como una fotografía del momento, y que tras ellas hay otros momentos con preferencias posiblemente cambiantes.