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La patria es México, que no se nos olvide…

Esther Quintana.- México atraviesa hoy por uno de sus momentos más críticos, no sólo por esta pandemia que hoy cimbra nuestras vidas y por sus consecuencias en materia política, social y económica, sino por este empeño del actual régimen de pretender convencer a la población que este país depende de las acciones de un salvador mesiánico. Los ídolos tienen pies de barro, no sé cuándo lo entenderemos los mexicanos.

El costo que va a tener para México este sexenio, en términos de desarrollo y crecimiento económico, en fortalecimiento de las instituciones, en materia de protección a los derechos humanos, por señalar tres aspectos, será desastroso para los niños y los jóvenes y los que seguirán llegando si no lo contenemos. Se trata de un deber patrio. La participación de todos y cada uno de nosotros en los asuntos públicos es absolutamente necesaria, es esencial abandonar la banca de espectador. Nuestra democracia cada día se hace más enteca, de por sí que no era vigorosa, pero hoy se está pulverizando.

Es doloroso ver como se golpea a quienes osan manifestar opinión distinta a la del Ejecutivo. La democracia de un pueblo se nutre de inclusión, de pluralidad, de respeto al que piensa diferente. Las personas no fuimos hechas en serie, tenemos derecho a pensar distinto, y a actuar en consecuencia.

El lunes 6 de septiembre se publicó en dos periódicos nacionales un desplegado firmado por más de 500 legisladoras y legisladores del PAN, PRI, PRD, MC e independientes, de 16 legislaturas federales, esta servidora suya entre ellos, en el que se hace un exhorto a organizaciones y partidos políticos a fortalecer la democracia a partir de gobiernos incluyentes y abiertos al diálogo, de unidad en la diversidad. Se llama a evitar autoritarismos derivados de las mayorías legislativas con las que cuente un gobierno surgido de una elección democrática, se subraya el respeto a la división de poderes por los sanos equilibrios que genera este principio constitucional recogido en nuestra Carta Magna, se invita a la colaboración entre fuerzas públicas distintas porque esto sin duda que coadyuva a la generación del bien común, objetivo sustantivo del Estado, como hecho político por antonomasia.

Se enfatiza en la relevancia de la elección intermedia que tendremos en el 2021, haciendo hincapié en que nadie per se tiene las soluciones ad hoc para resolver una situación tan compleja por la que ahora transitamos y que es urgente la búsqueda de coincidencias para sumar a favor de México. Se llama a los partidos políticos, como el principal medio de participación electoral –por mandato de ley– a que corrijan sus fallas y carencias y se comprometan a desarrollar una agenda política que responda de la mejor manera posible a la solventación de la pobreza y de la corrupción que están minando a nuestra patria. Y para que esto suceda es esencial la participación de la sociedad civil organizada y activa, exigiendo desde ya, el que la representación del pueblo que ostentan los legisladores deje de ser término hueco y cristalice en vinculación responsable y comprometida, porque hasta hoy, infortunadamente, deja mucho que desear, y se refleja en el rechazo acentuado hacia este poder del Estado.

Se conmina a los partidos políticos a la inclusión de candidatas y candidatos no sólo con el perfil idóneo para el desempeño del cargo, sino honestos, este país está enfermo de corrupción, necesitamos extirpar ese veneno. Se llama a las organizaciones de la sociedad civil y a los propios partidos políticos a colaborar para que la participación en las urnas sea alta este 2021, no raquítica y desangelada como suele suceder en las elecciones intermedias.

No es posible seguir ciegos y sordos a esta realidad de incertidumbre e improvisación que está vulnerando nuestra economía, no es sano permanecer indiferentes al desorden y al caos que nos está llevando un gobierno a todas luces sectario e incompetente.

Necesitamos reaccionar y hacernos cargo de la responsabilidad que tenemos como mexicanos y como ciudadanos. Los partidos políticos, las organizaciones de la sociedad civil, están obligados a responder con creces a través de una acción conjunta, con grandeza de espíritu, al fortalecimiento de la democracia. Ese es el desafío que tenemos por delante. La unión hace la fuerza, reza el antiquísimo dicho popular, llevémoslo al terreno de los hechos con contundencia, con determinación.

Volvámonos exigentes con nosotros mismos, tenemos derechos que ejercer y deberes que cumplir en nuestra doble calidad de mexicanos y ciudadanos. Y no se nos olvide que la soberanía radica en el pueblo, no en sus gobernantes. Y costó sangre, sudor y lágrimas llegar a este entendido que se recoge en nuestra Carta Magna.

¡Que viva México!