18 de octubre del 2020, fecha de la elección más importante de Coahuila
Esther Quintana.-
Con profundo respeto y reconocimiento a cada uno de los hombres y mujeres del PAN, que están contendiendo por una Diputación al Congreso de Coahuila
Cuando hablamos de representación política estamos refiriéndonos a uno de los conceptos más significativos en los que arraiga la democracia política. Este concepto nace en el siglo XVIII, precisamente cuando empiezan a tomar fuerza las ideas del liberalismo, aquellas que se opusieron al absolutismo de las monarquías, y que se convierten en el detonador de la Revolución Francesa, subrayando la preminencia de la ciudadanía. Teóricos y pensadores políticos de la talla de Locke, de Rousseau, de Montesquieu, de Hobbes, de Bodin, desarrollaron el andamiaje del Contrato Social, raíz del poder político y no divino como se afirmó por siglos para sustentar la autoridad de los reyes. Son los padres del constitucionalismo, sentaron las bases que le dio vida a la representación política, pero entendida esta como un acto de soberanía popular. El rey dejó de ser el soberano – recuérdese la afirmación de Luis XIV: “L’Etat ce mois”, El Estado soy yo – y el pueblo asumió esa investidura. Desaparecieron el siervo y el esclavo y nació el ciudadano, con derechos y libertades. La esencia pues de la representación estriba en la delegación de la voluntad política de cada ciudadano a un delegado, a un escogido, en el que se representa la voluntad colectiva. Al representante se le otorga la facultad del ejercicio de ese poder, pero para ser usado en beneficio de los gobernados. De tal suerte que los gobernados tienen el carácter de mandantes y el gobernante de mandatario, representante de los intereses de sus mandantes, que le delegan su potestad para el cumplimiento de sus funciones y deberes. Si se incumple ese mandato el contrato se extingue, y los gobernados tienen el derecho natural de rebelarse. El artículo 39 de nuestra Carta Magna lo contiene: “La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno”.
Generalmente asociamos esta representación política al Presidente de la República, al Poder Ejecutivo en sí, en nuestro país tenemos fijación – malhaya por semejante yerro – pero lo cierto es que esa representación política popular también se realiza en el Poder Legislativo. Se trata de una voluntad delegada a través de elecciones directas, en que cada ciudadano sufraga. Y este sufragio es universal, directo y secreto. Y es en el Poder Legislativo donde se genera la mayor representación política de la voluntad popular manifestada en todos sus diputados de las diferentes corrientes partidistas De ahí la relevancia de que los ciudadanos actuando en el marco de nuestros derechos y deberes, acudamos a votar. Votar significa ir a escoger a aquel o aquella que va a representarnos en el seno del Congreso por un período de tres años, como es el caso de la elección que tendremos en Coahuila el próximo 18 de octubre.
Un proceso electoral, como el que tenemos ahora, es una manifestación y expresión de soberanía popular, de voluntad plural, para garantizar nuestra convivencia democrática. Se trata nada más y nada menos de que el 18 de octubre vamos a elegir a quienes delegaremos nuestra voluntad para que hagan las leyes y ejerzan los controles políticos. Coahuila necesita, por sanidad democrática tener un Congreso conformado por personas independientes del Poder Ejecutivo, es decir, del gobernador y de los alcaldes. Requerimos de hombres y mujeres que entiendan que la política no es una basura de componendas y arreglos en lo oscuro, sino un compromiso de honor con quienes les están otorgando su confianza en las urnas para que trabajen a favor del pueblo.
Ya los “jilgueros” están cantando que el abstencionismo será mayúsculo, que solo el 25 por ciento del padrón electoral irá a votar, incluso ya adjudicaron el número de curules que tendrán los partidos contendientes. Coahuilenses, sorprendamos con el voto masivo el 18 de octubre, demos un golpe de timón contundente. Rompamos la infausta tradición del abstencionismo que beneficia solamente a los que compran voluntades$$$$ y llevan a sus eternos cautivos a sufragar. Dele la espalda a la indiferencia que tanto daño ha causado a Coahuila. Somos una de las entidades más endeudadas del país – y sin castigo alguno al responsable número uno de semejante fechoría y compinches, que es indignante – y esto nos ha robado la posibilidad de que haya bienestar generalizado. Ayudemos a los prisioneros del sistema, como son los más pobres, a deshacerse de semejante yugo, y fortalezcamos a los ciudadanos libres que pagan impuestos y tienen un modo honesto de vivir. Vayamos a votar, no renunciemos a un derecho que ejercido en conciencia e informados, permitirá que lleguen los mejores a la próxima legislatura.