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CUATRO DESAFÍOS

Marcos Pérez Esquer.- Suele escucharse en conversaciones familiares, en comentarios en los medios de comunicación, en las redes sociales, que es una suerte de bendición el hecho de que finalmente haya terminado el terrible año del 2020. Pareciera que hay una especie de condición psicológica que nos hace pensar que los graves problemas que durante ese año se presentaron en México y el mundo, terminarán justo porque ha terminado ese año calendario.

Sin embargo, la lógica indica que eso no será así. Las cosas no se arreglarán por arte de magia de un día para otro, ni mucho menos. No tengo duda de que habremos de salir adelante de todo esto, pero no parece que ello vaya a ocurrir pronto. Todo parece indicar que la vida que acostumbrábamos hacer no regresará sino -en el mejor de los casos- hacia finales de 2021, y más probablemente hasta 2022.

No digo esto con pesimismo, no, al contrario, lo digo como una invitación a ser realistas, a poner los pies en el suelo, y a ponernos en acción para resolver esos problemas.

La pandemia exacerbó los problemas que ya de por sí veníamos viviendo de antaño, y además, generó otros más. Ese conjunto de crisis que hoy padecemos, la crisis sanitaria, la económica, la política y la de seguridad, representan también los cuatro claros desafíos que tenemos por delante.

1. La crisis sanitaria es por supuesto la más urgente. Lamentablemente la pandemia tomó a México justo en un momento en el que el gobierno tuvo el gran desatino de desmantelar el Seguro Popular para sustituirlo por el Insabi, es decir, justo cuando -por una pésima planeación- ya no contábamos con el primero, pero aún no construíamos el segundo.

El desafío enorme es pues, reconstruir y fortalecer el sistema nacional de salud. Hoy por hoy, tanto las muertes como los contagios por covid-19 siguen al alza en nuestro país; en muchas zonas, incluido el Valle de México, los hospitales están saturados, ya no se encuentran camas disponibles para las y los enfermos, ni personal suficiente para atenderles, y ni siquiera oxígeno para sobrellevar la situación en casa. El reto incluye implementar eficazmente (con logística y sin ocurrencias, con justicia y sin agandalles, con sentido humanitario y no electorero) el programa de vacunación.

Pero el sistema de salud debe fortalecerse no sólo para atender la pandemia, sino también a la gran cantidad personas con otras enfermedades cuya atención ha quedado en suspenso durante todo este tiempo. Todo esto exigirá un gran esfuerzo humano y presupuestario.

2. La situación económica representa un segundo gran desafío, porque son millones los empleos que se han perdido (sobre todo los de carácter informal), y miles las pequeñas y medianas empresas que han quebrado. Recuperar esos empleos tomará tiempo y requerirá de la intervención gubernamental mediante apoyos a las micro, pequeñas y medianas empresas, que son las que generan el 80% de los empleos. Lamentablemente, hasta ahora el gobierno se ha negado a implementar programas en este sentido, pero ya lo hará, a destiempo y regañadientes, pero lo hará, no hay de otra.

3. Por otra parte está también el desafío político que se nos vendrá con la elección intermedia en la que se renovará la Cámara de Diputados, y 15 gubernaturas, entre muchos otros cargos públicos. Será una elección atípica por donde se le vea. Por un lado, la más grande que hayamos tenido hasta ahora en la historia de México, y por otra parte, una campaña electoral que se llevará a cabo en medio de una pandemia. El reto es grande, conducirla con responsabilidad, con seguridad, evitando que se convierta en factor de agravamiento de la pandemia, pero sobre todo, evitando que sea ocasión para la polarización y la división social. La política -particularmente en momentos de crisis- debe servir para generar unidad y cohesión, no para la contrario; esperemos que el gobierno y los actores políticos así lo entiendan.

4. Y por último, desde luego está ahí el desafío de la inseguridad. Se ha dejado de hablar de este problema a partir de que surgió uno mayor, el de la pandemia, pero ello no significa que haya amainado, al contrario, la inseguridad sigue al alza, la delincuencia ocupa cada vez más el espacio público, y la violencia -en especial contra las mujeres- sigue creciendo de manera alarmante.

Es imposible saber bien a bien qué nos depara el futuro inmediato, pero sin ninguna duda, estos cuatro retos sí estarán ahí, y estarán desafiando a México. Habrá que estar a la altura.