HUBO OTRO MANUEL..
Por Alejandro Díaz.- Cada día se acumulan más agravios en nuestra relación con los Estados Unidos. Del considerar que “por geopolítica tenemos que entendernos con Estados Unidos”, a partir del 9 de noviembre entramos en dimensión distinta: declaraciones, dichos, resoluciones oficiales y comentarios suyos contribuyen a erosionarla. De la buena relación que pareció mantener con el gobierno de Trump, ahora estamos cerca de llegar con su sucesor Biden a la línea que había dicho que no se debe cruzar.
La lista de agravios a la relación no comenzó en noviembre. Ya antes decidió la absurda liberación de Ovidio en Culiacán y el innecesario saludo a la madre del “Chapo” Guzmán. Agravios no sólo a la relación con nuestro vecino sino también a nuestro ejército. Sin profundizar en el tema sí se puede decir que o bien decidió sin reflexión o bien sintió que él está por encima de lo que otros puedan considerar.
Ya es conocido que él no acepta fácilmente consejos. Que todos quienes dependen de él prefieren manifestar su lealtad incondicional que dar su opinión por muy atinada que sea. El ofrecimiento de asilo a Assange, perseguido por publicar ilegalmente información clasificada del gobierno norteamericano, fue un asunto menor que podrían pasar por alto. Pero lo que sí les ha exasperado es el manejo del expediente acusatorio contra el general Cienfuegos. No sólo México violó acuerdos de cooperación sino desestimó acusaciones, llamándolas calumnias. Insultó la inteligencia de muchos al dejar entrever que los agentes de la DEA y los miembros del Poder Judicial norteamericano carecen de profesionalismo.
Quizá él no lo sepa pero después de la toma de posesión de Joe Biden como Presidente de Estados Unidos la inmensa mayoría de quienes trabajan para ese gobierno lo seguirán naciendo. Aquellos a los que consideró poco profesionales seguirán ahí y seguro van a reaccionar. El que ahora México haya determinado “nuevas reglas” para la actuación de cualquier agente extranjero -aunque haya buenas razones- requerirá de horas extra de trabajo diplomático para que no sean motivo de fricción.
No sólo no se ha logrado disminuir el trasiego de droga a través de la frontera común sino hay menos detenidos, y menos decomisos en territorio nacional, y por supuesto menos extradiciones. Da la impresión de que a nuestro actual gobierno no le interesa reducir el tráfico de drogas al tiempo que muchos legisladores demócratas levantan la voz para reclamar múltiples fallas de nuestro país para cumplir el tratado T-MEC.
Para complicar todo, la tardía felicitación presidencial a Biden por su triunfo no ayuda a a que el nuevo gobierno de los EUA considere que será fácil una relación constructiva con México. Seguro buscarán caminos diplomáticos para solucionar la amplia agenda bilateral, pero guardarán bajo la manga como última instancia el uso de medios más enérgicos.
El actual gobierno debe tener muy presente el caso de Manuel Antonio Noriega, hombre fuerte de Panamá, quien fuera colaborador cercano del gobierno de Estados Unidos hasta que se dieron cuenta que tenía un doble juego. Al tiempo que colaboraba con ese gobierno, como negocio particular facilitaba el trasiego de droga.
México no es Panamá ni “nuestro” Manuel se apellida Noriega, pero está obligado a tener que demostrar a los norteamericanos que no miente como lo ha hecho tantas veces a los mexicanos.