La reforma eléctrica podría incrementar las tarifas y la inflación
Marcos Pérez Esquer.- ¿A quién beneficia la contrarreforma eléctrica de López Obrador? Responderé rápido: a nadie. La reforma eléctrica que plantea el presidente no beneficia absolutamente a nadie, al contrario.
El presidente ha esgrimido como uno de sus principales argumentos para revertir la reforma eléctrica de 2013, el hecho de que la tarifa que pagan las grandes corporaciones, es mucho más baja que la tarifa sin subsidio que se paga en un hogar o en una pyme. Como es natural, esto le parece injusto, y considera que la reforma de 2013 se hizo precisamente para beneficiar a las grandes empresas.
Nada más que hay una explicación muy sencilla. La reforma de 2013 abrió el mercado de la generación de energía eléctrica a la iniciativa privada, aunque mantuvo el monopolio de la distribución en manos de la CFE. Empero, las generadoras privadas solo pueden vender electricidad a grandes empresas, no a los hogares, es decir, también se mantuvo (por presiones políticas y sindicales) un monopolio de venta de energía eléctrica al pequeño consumidor. La única que puede vender a este segmento es “CFE Suministro Básico”, y con otro candado, esta empresa del Estado solo puede comprarle electricidad a “CFE Generación”.
Así las cosas, la razón por la que un hogar sin subsidio paga hasta 5.2 pesos por Kw/H, que es la tarifa de alto consumo (DAC), mientras que una gran empresa puede pagar solo 1.7 pesos, es esa, que la empresa puede comprar energía a empresas privadas, mientras que la que consumimos tú y yo en nuestros hogares tiene que se comprada al gobierno. Esto es, mientras que la gran empresa puede comprar la energía generada con nuevas tecnologías, como la eólica o la solar, que resulta mas barata, y también mas limpia, los pequeños consumidores se la tenemos que comprar a CFE. Mientras Walmart, Bimbo y Oxxo le compran energía barata y limpia a Iberdrola o Naturgy, en nuestros hogares tenemos que comprar la electricidad cara y sucia que produce “CFE Generación” a partir de la quema de combustóleo, que es lo más ineficiente, sucio y caro que existe. Estas plantas de CFE producen un Mw/H a 2,000 pesos, mientras que una planta fotovoltaica o eólica lo genera en 400 pesos, y una planta de ciclo combinado en 1,200 pesos.
Revertir la reforma eléctrica de 2013 no reducirá las tarifas que pagamos en casa, pero sí incrementará la que pagan las grandes empresas, lo que generará presiones inflacionarias que como siempre, terminan perjudicando más al que menos tiene. Una propuesta hecha desde la ignorancia y el resentimiento, que a nadie beneficia.
Lo que tendría que ocurrir es justo lo contrario a lo que se propone, es decir, abrir el mercado para que también los hogares pudiéramos comprar energía al sector privado, que es una energía más limpia y más barata. Esto es lo que sucede cuando hay competencia en el mercado; en cambio, cuando hay monopolio, terminamos comprando lo poco que hay, de mala calidad y a un alto precio.
De hecho, la gente que ha podido invertir en paneles solares para sus hogares, han visto bajar su gasto en electricidad hasta a una decima parte de lo que pagaban antes. Esto lo deberíamos poder hacer todos comprándole la electricidad a cualquier empresa privada que la genere, o si CFE, en vez de generar electricidad, se la comprara toda a los privados.
La única vía por la cual las tarifas eléctricas en los hogares pudieran bajar con esta reforma, es mediante mas subsidios, pero al final del día los subsidios también los pagamos con nuestros impuestos; de hecho, hoy por hoy el gobierno destina alrededor de 70,000 millones de pesos anuales a subsidiar tarifas eléctricas, así que lo lógico es abrir el mercado aún más de lo que se hizo en 2013.
Esto por lo que hace a la cuestión tarifaria, pero en otros temas, la propuesta de reforma es también sumamente inconveniente. Se eliminan los órganos reguladores como la CRE y la CNH, restando confianza en el sector. Se violan acuerdos internacionales ambientales como el Convenio de París, y también comerciales, como el T-MEC y el TIPAT, que contienen la cláusula “ratchet” (cremallera), que impide revertir la apertura al mercado que un Estado parte haya hecho respecto de algún sector. Y además, toparía la participación de los privados a un 46% de la generación eléctrica que solo se podría vender a CFE, lo que implica que si CFE baja su generación, automáticamente bajaría la de los privados, provocando, muy probablemente, insuficiencia energética (apagones pues). Si así es como este gobierno entiende la soberanía energética, no hay ni como ayudarles, afortunadamente la reforma no pasará, no tienen los votos en el Congreso.