Sheinbaum: La Regente del Distrito Federal
Marcos Pérez Esquer.- A tres años de gobierno, Claudia Sheinbaum empieza a definir la ruta de cierre de su gestión, y esa ruta es la de la sumisión completa al Ejecutivo Federal. Así, Sheinbaum está regresado la Ciudad de México a lo que fue el Departamento del Distrito Federal, y la Jefatura de Gobierno a lo que fue la Regencia.
La supeditación absoluta a los designios del señor presidente de la República, la convierte a ella en una empleada del gobierno federal, y al gobierno de la ciudad en una dependencia más.
Claro, ella está en su estrategia para conseguir la candidatura presidencial, y sabe que siendo el presidente el gran elector, obedecerle en todo, resulta clave.
Lo más triste de la situación es que esto no siempre fue así, o al menos no del todo. Al inicio de su administración, intentaba, tímidamente, pero intentaba marcar su propia agenda y tomar sus propias decisiones. Así ocurrió cuando al inicio de la pandemia, a diferencia de López Obrador y su doctor Méngele, ella sí recomendaba el uso de mascarilla, el lavado frecuente de manos, la aplicación de gel desinfectante, guardar distancia social, etc. Es bien sabido que ese discurso contrario al de Palacio Nacional no gustaba en ese recinto, y aún así, hizo lo que consideró correcto, e hizo bien. Pero poco duró la independencia… y la dignidad. Ahora el sometimiento es el sello de la casa, hasta aplazó la presentación de su tercer informe, para atender la invitación del presidente a acompañarlo en una gira.
Y ya que hablamos del tercer informe, vale la pena decir que si algo ha caracterizado a su gobierno es su buena comunicación, y sus magros resultados de gobierno.
Buena comunicación porque logra estar bien calificada en las encuestas, pero magros resultados porque no tiene en realidad mucho qué presumir.
Varios sucesos han marcado su gestión: la pandemia, la tragedia del Metro, y su enfrentamiento con activistas.
En cuanto a la pandemia, lo único que hizo relativamente bien, de manera tardía ciertamente pero razonablemente bien, fue el programa de vacunación; pero los efectos económicos de la pandemia, como la pérdida de empleos, el cierre de negocios, el incremento de la pobreza, etc., fueron aspectos totalmente desatendidos. Mucho hubiera ayudado a paliar la crisis y a apurar la recuperación el que hubiese implementado políticas públicas específicas para ello.
Y los efectos de la pandemia en la seguridad tampoco fueron atendidos, el cambio en la dinámica delincuencial, que sustituyó la incidencia de algunos delitos por otros, fue ignorado. Cuando la gente se confinó en casa, los delitos que se realizan en el espacio público fueron a la baja, como el homicidio y el secuestro, pero otros, como el robo, el fraude y los delitos sexuales, fueron a la alza. Nada se hizo al respecto, pareciera que ni cuenta se dieron del fenómeno. Para colmo, el ataque del cártel Jalisco Nueva Generación al secretario de seguridad Omar García Harfuch evidenció la incursión y presencia en la Ciudad de los cárteles más violentos del país, sin veamos aún medidas concretas frente a eso.
En cuanto a la tragedia del Metro -el desplome de la Línea 12 que dejó 27 muertos- aún no hay resultados de las investigaciones, no hay responsables, ni detenidos, ni nada. Y no solo está el tema del colapso de esa línea, el Metro ha presentado otros percances como el choque de trenes en Tacubaya, y el incendio de la subestación Buen Tono. En todo esto el gobierno tiene responsabilidad, porque disminuyó drásticamente los presupuestos de mantenimiento al sistema y mantuvo vacante la plaza de responsable de mantenimiento por muchos meses.
Y por lo que hace a su relación con activistas y opositores, las cosas no las podría estar manejando de peor manera. Criminaliza a las feministas en vez de entender y atender sus legítimos reclamos; descalifica a los ambientalistas que protegen el humedal de Xochimilco frente a la construcción de un puente sin evaluación de impacto ambiental, y hostiliza a alcaldes de oposición echándoles hasta a la policía.
Llama la atención que siendo mujer se enfrente a feministas, que siendo científica choque con ambientalistas, y que diciéndose demócrata acose a la oposición.
Todas estas cosas, han venido generando inconformidades que tuvieron efectos en las elecciones intermedias del 6 de junio en las que Morena perdió bastiones importantes en la Ciudad. Quizá justo por eso, y para no poner en riesgo su candidatura presidencial es que haya decidido someterse al presidente de la República. Las y los capitalinos pagarán la cuenta con menos autonomía y con menos independencia. Es el retorno de la Regencia del D.F.