La pesadilla in crescendo de los López
Salvador I. Reding Vidaña.- Una diferencia hay o puede haber entre trabajar en el gobierno y hacer operaciones políticas. Para que haya conflicto de intereses no se requiere ser funcionario público y su actuar frente a empresas privadas por intereses ocultos, de esos que dejan dineritos por favores concedidos como negocios con el gobierno.
El alegato de los López sobre el escándalo de la casa de Houston, es que José Ramón no trabaja en el gobierno y que por tanto no puede haber conflicto de interés. Pero para operar políticamente, en lo oscurito, no se necesita estar en nómina oficial, simplemente tener las relaciones de negocios necesarias, y allí está el conflicto de intereses.
Y hay suficiente información incómoda para los López que hace razonablemente pensar que sí ha habido arreglos corruptos entre los López y varias empresas relacionadas con el mundo petroquímico y de desarrollos inmobiliarios. Y entre más ellos mantienen el escándalo vivo, contra Carlos Loret de Mola y otros periodistas, más se les viene el mundo encima, poniéndolos en posiciones indefendibles, digamos inexplicables.
La autodefensa de José Ramón y su mujer, en sus escritos subidos a las redes, les ha empeorado las cosas en vez de darles respiro. La declaración de ser asesor legal para KEI Partners lo ha puesto en un peligroso entredicho, por ejercer esa profesión de abogado, aunque no sea litigante, ante la barra de abogados del estado de Texas.
Ya no se trata de las investigaciones de Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad y de Latinus, sino que otros medios informativos ajenos se han metido a escarbar en el tema, y van encontrado más cosas incomodísimas para los López. Y el influyente diario The Washington Post ya ha defendido a su columnista Loret de Mola y pedido acción al gobierno de Biden, y le darán seguimiento público al tema.
Los ataques personales de un histérico (así está, así se ve) presidente López Obrador, en vez de ayudarle, lo van hundiendo más en la pesadilla, que, como tal, está ya fuera de su control. Pide transparencia de los ingresos de Loret y hasta de los periodistas influyentes en general, que dizque por ¡ética!, cuando una de las peores lacras de su administración es precisamente la falta de transparencia.
Tanto el sensacionalismo causado por los reportajes de la casa de Houston como principalmente los ataques del presidente López Obrador, han provocado el interés, investigación y publicaciones de diversos medios de comunicación sobre este caso, no sólo de México y los Estados Unidos, sino de otros países. Él se puede quejar, reclamar y agredir a dichos medios, pero está completamente fuera de su control.
Y esta comedia va para largo y, lo peor para ellos, los López, y que según se ve irá involucrando y arrastrando a otros personajes de las empresas que serán cuestionadas, ya no en México sino en los Estados Unidos, algo que ya ha comenzado. Ahora los Chávez, padre e hijos, tendrán que dar explicaciones que todavía hace unos días ni se imaginaban. Las aclaraciones de la empresa de los Chávez en Houston empeoraron las cosas para ellos, en vez de librarlos de problemas ante el público.
Y ya el mundo político de Estados Unidos se les está echando encima. Hay que tener en cuenta todos los ataques y desprecios del López mayor en contra del actual presidente del vecino país del Norte, Joe Biden, desde su campaña presidencial y elección ganada, que bien se podrá desquitar con este platillo servido tan a propósito de la actividad de los López por allá, azuzado por el influyente senador Ted Cruz.
Volviendo al principio, en el mundo, las operaciones de tranzas y favores remunerados bajo el agua, en lo dicho oscurito, cuando salen a la luz pueden tener terribles consecuencias. Así fue el caso (y continúa) de Odebrecht, donde amén de movimientos bancarios de corrupción, los han hundido con pruebas testimoniales ante los poderes judiciales de varios países. Siendo operaciones políticas de corrupción, no necesariamente hay pruebas documentales, no firman nada, pero el mundo financiero las pone en evidencia.
¿Qué no ha habido de parte de los López operaciones como conflicto de intereses en los negocios del petróleo e inmobiliario, que porque José Ramón no es servidor público? La información va poniendo en evidencia que el conflicto de intereses bien parece existir en este caso, pues se puede dar, como el mundo sabe, de diversas maneras. Y como digo, la comedia sigue como pesadilla fuera de control para los López (Obrador y Beltrán). Y no es necesariamente algo que se les desee para su mal, sino algo que es fácil predecir como realidad sacada del misterioso inframundo de la política corrupta, y de la actividad política pública.