“Aquel que esté limpio de culpa que tire la primera piedra”

El dedazo es uno de los gustos culposos de la mayoría de los políticos. Cuando se trata de alcanzar una candidatura, la gente de este ambiente manifiesta públicamente su desacuerdo más enérgico con este método de selección de candidatos, pero seguramente, la mayoría piensan lo que decía la abuela “a quien le dan pan que llore”.

El dedazo, ha sido el gran elector de candidatos a la presidencia de la República, sobre todo en un partido ta antidemocrático como el PRI, pero de esta tentación no se han escapado hasta los más pintados de los partidos, en donde en mayor o menor medida han utilizado este recurso bajo diferentes nombres.

El Frente Ciudadano por México, como en los vuelos, ha entrado en su zona de turbulencia. Ante la definición del método de designación de quien será el abanderado de dicho ente, ya resuenan voces que rechazan el “dedazo”, no tanto porque sean muy democráticos (creo yo), sino porque desde luego, no serían ellos los hijos muy amados, en quien se pondrían todas las complacencias. Mancera y Moreno Valle ya han amenazado, uno de no participar y otro de bajarse, si el FCM optase por este camino.

El dedazo, el gran elector, es el amigo incomodo, a quien todos quisieran acogerse, pero que ninguno de los suspirantes aceptan, que les gustaría ser señalados por él. ¿A poco no?