Jóvenes, México los necesita…
Esther Quintana.-
“Para ser sabio no hace falta ser viejo”: Proverbio yoruba
Uno de mis mayores gozos es evocar los años prístinos de mi juventud. Yo fui inquieta, rebelde, curiosa, tenaz, apasionada, vehemente, claridosa, muy segura de mí misma, entre otras cosas –para llamarlas de manera coloquial- desde niña, y agradezco con toda el alma a mi madre, que haya podido lidiar y encauzar con inteligencia y energía todo ese bagaje de dinamita pura que se acentuó en mis años mozos y que es fecha que sigue vigente. Pertenezco a una generación que fue educada con disciplina y formada con muchos valores fortalecidos con el ejemplo que tuvimos en casa y en la escuela.
Así era entonces. Habrá quien no esté de acuerdo con el modelo, y es válido, yo respeto el pensamiento de los demás. A lo largo de mi vida he aprendido que el respeto es invaluable en cualquier relación. Tuve una mamá que gustaba de participar principalmente en actividades pastorales, era franciscana de la Tercera Orden, y el grupo al que pertenecía tenía como apostolado llevarles consuelo espiritual y apoyo material a los internos de la cárcel cada ocho días, y ayudaba en cuanto podía.
Sin duda que eso influyó en mi manera de ser y de actuar. Se aprende a participar, de eso estoy convencida. Y de manera natural me enamoré de la política. También contribuyeron las espléndidas clases de civismo que recibí en las aulas. Y es que si eres parte de una sociedad tienes el deber ineludible de interesarte en ella y participar.
Me preocupa que los chicos de hoy tengan tan poco interés, y algunos ninguno en algo tan esencial como es la participación en los asuntos públicos. Algo hemos hecho mal los adultos para alimentar esta indiferencia. Apuntaba uno de los filósofos y ensayistas españoles más importantes del siglo XX, don José Luís López Aranguren, que “El papel político social de la juventud para el perfeccionamiento de la comunidad es esencial, porque la juventud es, precisamente, la edad del inconformismo, de la exigencia de perfección, del hambre y de la sed de justicia”.
México, es el segundo país con mayor cantidad de jóvenes en Iberoamérica, por lo que resulta fundamental convertirlos en agentes de cambio. Como dato interesante, cerca del 30 por ciento de la lista nominal nacional está conformada por jóvenes de 18 a 29 años. De modo que es NECESARIA su participación.
La juventud es un momento de vida en el que se empieza a establecer la identidad, y de ello dependerá el modo de comportarse y actuar, y de tomar decisiones respecto a determinados hechos, así como a la adquisición de ciertos niveles de madurez emocional, intelectual y social.
La forma de comunicarse de los jóvenes de ahora es DISTINTA de la NUESTRA. Son jóvenes que nacieron en la conectividad moderna, son ciudadanos digitales para quienes los dispositivos como las laptops, tabletas, smartphones, videojuegos, así como el uso de internet, aplicaciones y las redes, son elementos naturales de su desenvolvimiento social. Su realidad está dominada por todo esto, pero su condición de seres humanos es la misma.
Y partiendo de esto es esencial trabajar en una educación que enfatice en lo que está demostrado que son asuntos de su interés, como la protección y conservación del medio ambiente y su disposición a colaborar en servicios sociales y actividades de voluntariado. Y entonces irá cobrando sentido la idea de que el ciudadano se forma en el ambiente colectivo de manera natural.
Y es factible que lo que hoy los aleja de esta actividad sustantiva para generar bien común, que es la política, deje de producirles repulsa y la conciban como el instrumento ideal para conjugar en plural la diversidad de ideas y de voces para llegar a acuerdos a favor del bienestar de los mexicanos y no de partidos, ni de cúpulas, ni del gobierno en turno del color que sea. Es esencial entender que el interés público de los millennials NO SE SITÚA DESDE UNA VISIÓN DE PODER. Escuchemos el mensaje, el desdén por la cosa pública sólo es aparente. La causa es México, estimados jóvenes, por favor actúen, mañana serán adultos, se los juro, y será muy difícil vivir en él si ustedes no se ocupan desde ahora, de su redireccionamiento.