¿Y la educación, ‘apá’?
Esther Quintana.-
“La educación ayuda a la persona a aprender a ser lo que es capaz de ser”: Hesíodo
El 28 de julio terminó el ciclo escolar 2021-2022 del nivel básico, con un lastre ingrato de rezago educativo, situaciones lamentables, empezando por los problemas para los profesores, alumnos y padres de familia, entre otros, el retroceso en el aprendizaje de los niños, equivalente a tres años, también la falta de materiales e insumos sanitarios para contener los contagios en las escuelas y un montón de interrogantes sobre el nuevo modelo educativo, a más de que nunca hicieron llegar un informe sobre el número de estudiantes que tuvieron que dejar la escuela a causa de la pandemia en los ciclos 2021 y 2022. 24.5 millones de educandos de nivel básico tuvieron un cierre abrupto del ciclo escolar, en donde “brilló” la ausencia de planeación por parte de la SEP, y el no saber NADA sobre el nuevo modelo educativo. Y a esto hay que sumarle el estado de deterioro en que se encuentran la mayoría de los planteles escolares en todo el país, destacando las raterías de que han sido objeto y la carencia de agua potable. De modo que el ciclo escolar 22-23 no arranca en las mejores condiciones. Asimismo, la asociación Mexicanos Primero apunta: “Las autoridades fracasaron en este ciclo, pues recortar los días del calendario y ponerles 6 de calificación -a los estudiantes, aunque no supieran ni j- es transferir el problema del rezago escolar, sin considerar que la garantía del derecho a aprender es en primer lugar del Estado”. La educación pasó a segundo lugar por parte de las autoridades educativas federales con la venia del propio Presidente de nuestro país.
Y no conforme con todo esto, el Presidente impone el arranque de la llamada “Nueva Escuela Mexicana” con la que se promoverá la formación integral y humanista desde la educación inicial hasta la superior, enfatizándose por parte de la titular de la SEP, en ese momento Delfina Gómez, que el nuevo plan implica un proceso de capacitación gradual de los maestros, valiéndoles –discúlpeme la expresión– una pura y dos con sal, haber dejado en el limbo diversos aspectos para consolidar una educación de calidad, con profesores preparados en las tecnologías de la información que hoy discurren, y sin una actualización profesional que es imperativa, para los transmisores de conocimientos.
Ha sido una verdadera desgracia para el País el parámetro con el que el Presidente designa a sus colaboradores, ¿cuál? Que le sean incondicionales, al margen de su preparación para el cargo, o que renuncien a ésta y se cuadren a sus designios. Y ahí está la prueba, Esteban Moctezuma y Delfina Gómez. Esta última careciendo de las capacidades profesionales y la experiencia en el servicio público. Y la recién nombrada, Leticia Ramírez, sin experiencia en la conducción de las políticas educativas. Hasta antes del nombramiento, encargada de la Oficina de Atención Ciudadana, con un sueldo de $98 mil 268, libre de impuestos –austeridad franciscana– y usted lo puede corroborar en el Portal de Nómina Transparente. Sin duda alguna que los sistemas educativos, en nuestros días, deben de ir direccionándose hacia una educación menos académica y más práctica, orientada hacia la comprensión del mundo del que se es parte, desde una perspectiva que enfatice en la solventación de necesidades y problemas de la vida social, política, económica y del medio ambiente, pero como bien apunta el profesor del Colegio de México, Manuel Gil Antón, no es oportuno ni adecuado implementarla después de dos años de confinamiento, además de que: “La estrategia tiene problemas en su diseño, están proponiendo hacer una transformación sin las condiciones de infraestructura, sin las condiciones de preparación del magisterio, ni discusión social de rumbo educativo y eso es un problema de la estrategia, pero esto se agrava porque no hay un diagnóstico de lo sucedido”. Y es certero cuando expresa que: “México lleva décadas haciendo lo mismo, haciendo diagnósticos que simplifican los problemas y proponiendo alternativas de solución que son más bien discursivas que factibles. No es verdad que todo el conocimiento que se generó en Occidente, europeo, sea una imposición y sea un asunto que nos lastima y nos coloniza”. ¿Por qué no reaccionamos los mexicanos ante semejante despropósito? La educación no es adoctrinamiento. Y hacia allá va lo que este hombre está haciendo en detrimento de los niños y los jóvenes de hoy y de los que vendrán mañana. Cada día me convenzo más de que odia a este País.