México es nuestro, NO de los políticos
Esther Quintana.- Mi madre les alzaba morro a los quejumbrosos. Alzar morro, es sinónimo de esquivar, de huir. De modo que aprendí lo mismo desde casa. ¿A quién carambas le gusta la gente que anda buscando nomás con quien toparse para empezar la retahíla de quejas, de repartición de culpas, porque jamás aceptan tener responsabilidad alguna en el asunto del que se “lloran” a mañana, tarde y noche, pero sin proponer una sola solución cuerda y aterrizable para resolver su situación. Y si eso es un incordio a nivel personal imagínese en lo que se convierte cuando un gobernante es la llorona. Aunque a estas alturas ya no hace falta imaginárselo, se trata del pan de cada día, con perdón del pan que es alimento tan sabroso. Todos los días el inquilino de Palacio Nacional arroja su batería, la caballería completa en contra de la oposición, porque de ella provienen todos los males que aquejan a nuestro país. Despotrica y reparte inmundicia sin freno alguno, con ello lo que consigue es poner más denso el ambiente a más de perder aliados, porque ha hartado hasta a sus ad lateres… ¿Y para qué? Porque el quejumbroso por lo general carece de luces y solo piensa en el desgaste que según sus cánones solo vulnera a su adversario, a él, NO. Exhibe sin pudor alguno su ausencia de entendederas y empina más el barco que timonea. Pero lo más lamentable es que los destinatarios, o séase nosotros los mexicanos, poco o nada hacemos para detenerlo. ¿Qué no se puede? Claro que se puede desde la investidura ciudadana y sin vandalismo, sin daños a terceros, como los que se exhiben en proyección nacional en los noticieros, como el deplorable espectáculo de una policía sometida a la orden celebérrima de “abrazos y no balazos” y a una turba financiada por sabe Dios quién, destruyendo cuanto encuentra a su paso. La propiedad privada les vale una pura y dos con sal. Y al gobierno también.
Me pregunto una y otra vez y no de ahora, ¿de qué estamos hechos los mexicanos? No completamos con los 70 años de hegemonía priista, en la que fuimos tratados como el ras del suelo, y expreso esto, porque con tamaña experiencia debimos de haber aprendido a construir una resistencia ciudadana a prueba de pillos y bandoleros de los que abundan en los cargos públicos de los tres poderes de la Unión. Pero no, hoy nos enfrentamos a la cuarta defenestración con las mismas prácticas corregidas y aumentadas y ni pío. ¿Qué se ha transformado?, ¿qué ha aportado este desgobierno de izquierda trasnochada –porque no nos tocó la inteligente, la pensante, la de propuestas para darle un nuevo rumbo al país- a la transformación del país, para bien de los mexicanos? “No robar, no mentir, no traicionar”, son palabras huecas, dichas al furor de la campaña. Con esta farsa no vamos a ningún lado. Es más de lo de siempre: mentiras, confrontación sin ton ni son, cero diálogo para construir, para aceptar que pensamos diferente, pero que tenemos el deber de entendernos porque SOMOS MEXICANOS, odio al por mayor, traidores, chapulineo desvergonzado, y mucho de esto impulsado desde la cúpula del Poder Ejecutivo. Y lo que falta por ver. Ahora hay corcholatas en lugar de tapados… gulp. Y lo que más me duele: una población inmensa de jóvenes metidos ya en esta bazofia y otro tanto instalados en la indiferencia y por ende en el abstencionismo.
Ser libres y demócratas, se oye muy bonito, pero llegar a serlo demanda igualdad real frente a las leyes, y tener voz y representación. ¿Nosotros la tenemos? No, nomás en el papel. Ni siquiera reparamos por quién votamos, si lo hiciéramos otro gallo nos cantaba. Vivimos inmersos en una farsa, por eso este país tiene millones de pobres, muy poquitos ricos, pero ricos y una clase media debilucha, borrega, más fría que un témpano, que no sabe y/o no quiere luchar por lo que contribuye para que este país no se desmorone. La clase media es la que vuelve exitosa a una nación. ¿No les parece que ya es hora de ir a acciones de fondo y tomar las riendas de nuestro destino como país y hacerle saber a los gobernantes que o se arreglan para trabajar por nosotros, por nuestros intereses o se van al rancho de López? Necesitamos políticos que garanticen nuestra seguridad, nuestra economía, nuestra salud, la educación de niños y jóvenes. Pero eso no nos va a caer del cielo. Tenemos que convertirnos en gestores de nuestro bienestar exigiéndoles a quienes les pagamos para hacer que LO HAGAN. Aprendamos de las lecciones del pasado. Respetémonos a nosotros mismos y exijamos lo mismo a nuestros gobernantes. O lo hacemos o este país se va al precipicio. Así de simple y de llano.
Por Dios, recuperemos nuestra dignidad.