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Dios bendiga lo que caiga en la barriga…

Por Tom Pich

Todo esta tan “revolvido” en la elección 2018, que el electorado mexicano tendrá que reflexionar muy bien a quien le dará sus “quereres”. Los partidos han preparado unos licuados ¡rarísimos!, los cuales años atrás eran prácticamente ¡inimaginables!.

En realidad el que siempre ha preparado este tipo de batidos es el PRI, quien en varias elecciones ha hecho un licuado de dinosaurio, con tucán bien maiceado y panal azul cielo. La novedad de este batido en 2018, es que le ha agregado también un toque de ciudadano. Los que saben de esto afirman que el dichoso licuado les sirve también para lavarse la cara de tantas impurezas.

La gran novedad en materia de licuados, es el que preparó el ex líder del PAN, Ricardo Anaya, quien ha “revolvido” naranja, mango y pan, izquierda con derecha, con lo cual ya no sabe uno si el licuado éste es ambidiestro o ambisiniestro. Lo cierto es que, como le vaya a caer en la “panza” a la democracia mexicana, es algo de pronóstico reservado. A quienes les empezó a causar malestares es a los periodistas, pues la naranja está un poco agria.

Otro al que le ha dado por probar esta receta, es al candidato de la tercera edad, el pejechef, quien prepara un licuado muy parecido a la paella original. Y es que, si recuerdan, la paella fue en su origen un platillo preparado con puras sobras. Ciertamente su batido está elaborado a base de morena, con sobras de todos lados (pt, pan, pri, farándula, mafia del poder, etc) y un toque de pececillos protestantes. Hay quien afirma que este último ingrediente tiene un toque de sabor chinochong.

La incógnita es en cuantos de estos licuados, los ingredientes se incorporaran unos con otros. Porque en algunos casos es evidente que están juntos pero no “revolvidos”*.

Como decía al principio, los batidos son la “onda” en esta elección. Peeero, como dice mi compadre: “¡Dios bendiga lo que caiga en la barriga y… le dé buena salida”

* Termino tomado del Diccionario de la real lengua peñiana, que recomienda que para hablar así hay que ler… poquísimo.