FELICES FIESTAS O LAS NAVIDADES DE MENTIRITAS
Salvador I. Reding V.- Cada vez con mayor frecuencia, leo la frase decembrina: ¡felices fiestas! Y me pregunto ¿a qué viene esa aparente simplificación? La gran fiesta decembrina es la Navidad, y luego celebramos la “noche vieja” y el día de año nuevo. Sin embargo, tal parece que por razones de pereza o de hasta una vergonzante actitud, estamos dejando de lado lo que realmente celebra el mundo: la Navidad de Jesús de Nazaret, una fiesta cristiana.
Respecto al primer día del año, celebramos otra fiesta cristiana: la presentación de Jesús niño al templo, conforme a la Ley judaica.
Lo que hemos querido siempre, y no hay razón alguna para dejar de hacerlo, es desear a la gente, cercana o no, que la navidad sea ocasión de felicidad, en la Noche Buena y el día de Navidad. Y esa felicidad deseada es por compartir la celebración que es motivo de alegría para el mundo cristiano: el nacimiento del Mesías que prometían las Escrituras.
Si en México seguimos la tradición, bastante distorsionada, por cierto, de realizar una serie de reuniones para rememorar el viaje de María y José hacia Belén, para cumplir con el mandato del César de censarse, es decir las Posadas (9), es también como parte y preludio de la Navidad.
El otro deseo que siempre también hayamos expresado es que el año que va a iniciar (o que está ya iniciando) sea de felicidad. Y decimos también que, de prosperidad, incluyendo en ello todo, salud, dinero y amor, digamos. No es asunto de UNA “fiesta”, sino de desear un porvenir feliz en todo el nuevo año.
Pero las “felices fiestas” implican un deseo, se quiera o no, realmente pagano, es decir alejado de los motivos de celebración. Es prácticamente un deseo de que te vaya bien estos días de alborozo. Esto va de la mano con la tendencia a convertir las posadas, de religiosas, en simples reuniones con ese nombre para comer, beber, bailar y en general divertirse, pero sin ninguna relación con la navidad; entonces si podemos desear “felices fiestas”.
Así, las “felices fiestas” sin el deseo expreso y directo de que la Navidad sea feliz y que el nuevo año sea próspero, son, se quiera o no, una actitud vergonzante. ¿Por qué? Pues porque se evade el tema cristiano por un genérico “fiestas”.
La Navidad ES motivo de celebración del cristianismo, y así debe continuar, sin actitudes y/o acciones de vergüenza, de evasión o de paganización de algo que no puede dejar de ser: celebrar la Natividad de Jesús de Nazaret la noche del 24 de diciembre.