Por Tomás Pichardo.- En 2018 -previo a la elección presidencial- cuando López O. dijo a los banqueros que si perdía las elecciones a ver quién amarraba al tigre, lo dijo seguro de que él tenía bajo control a ese felino… Pero resulta que, a cuatro años de su gobierno, otros tigres se soltaron y a esos no los tiene domesticados, ni él ni nadie.

El maltrato que le ha dado a varios sectores sociales, ha dado como resultado expresiones de rechazo y oposición, de las cuales no imaginó la dimensión que tendrían. Tal es el caso de las dos manifestaciones en defensa del INE ocurridas, una el 13 de noviembre de 2022 y la última este domingo 26 de febrero del año en curso. Es un tigre que dado su enorme ego, en su mente lo dimensionó con el tamaño de un inofensivo gatito y luego de la primer sorpresa que se llevó, lanzó el reto de que se intentara llenar el Zócalo de la Capital de la República y ¡la ciudadanía libre se lo llenó!.

Lo interesante es que el movimiento político que se ha despertado en defensa del orden democrático de México no está en la cancha de los partidos políticos, sino de la sociedad civil y no precisamente la que encuadramos como sociedad civil organizada. Este tigre va más allá de ese metro cuadrado. Es más espontánea y posee la fuerza del deseo de luchar por la convicción auténtica de defender la posibilidad de votar con libertad.