ATRÁS Y EN ANCAS
Por René Mondragón.-
EL CHIRRIÓN POR EL PALITO
Al presidente mexicano se le están complicando fuerte las cosas, que, particularmente, al final de su sexenio, se ven mucho más enredadas que al principio.
En particular, porque se cumple el aforismo de que “Tu poder sobre mí es derivado de mi miedo… Ahora, ya no tengo miedo. Ya no tienes poder sobre mí” Se cumple de principio a fin.
Muchas personas en este país han evidenciado que el mandatario, a pesar de sus desplantes, groserías, mentiras a medias y completas. Que además de sus soporíferas homilías, berrinches, maldecires y cientos de miles de agresiones verbales, ahora, solo sus más allegados le tienen miedo.
Y no necesariamente, miedo a él, sino a quedarse sin chamba, sin la oportunidad de hacer algunos buenos negocitos o seguir pegados a la ubre presupuestal. Pero a él, se percibe en el ambiente, que ya no representa tanto temor como antes.
De inicio, porque su poder cada vez es, más y más menguante como lo demuestran el tamaño de las vallas para proteger el sitio donde vive o la realización de diverso eventos, casi a puerta cerrada, en las instalaciones militares o mediante invitaciones restringidas. Es el mismo temor al declive del poder y el presidente se preparó para todo, menos para abandonar el poder. Ahora duele y mucho.
A LA MAÑANA SIGUIENTE
Cuando el mandatario puso en evidencia -lo traiciona el subconsciente con frecuencia- sus debilidades, mediante sus muy desafortunadas peroratas contra periodistas, medios, organizaciones y personajes a quienes él considera como sus acérrimos adversarios, además de sus cercanos, muchas y muchos mexicanos también se dieron cuenta de este cúmulo de debilidades presidenciales.
Así, varios periodistas Carmen Aristegui, Ricardo Rocha, Denisse Dresser, Ciro Gómez Leyva, Raymundo Riva Palacio o Jorge Ramos, han pasado al cadalso matutino para recibir los jitomatazos que les lanzan. Y al lado de ellos, varias decenas de ciudadanas y ciudadanos que defienden la libertad, la democracia, la transparencia, la rendición de cuentas, la economía, el empleo, la inversión que genera trabajo y otras cosas que provocan urticaria en la maquillada faz presidencial.
EMPIEZA A HACER AGUA
Visto así, la pequeña barcaza de palacio empieza a llenarse de agua y no hay forma de resolver el asunto. Ni con corcholatas, rabietas, amenazas al estilo Musk o al abogado de García Luna, a Loret, de Mola, a Claudio X. González o a quien se deje.
Lo peor del tema es que la ciudadanía aspiracionista, esa que tanto odia el mandatario y que debería conformarse con un par de zapatos, ya descubrió también las mismas debilidades. El caso más cercano: La postura asumida por la Ministra Piña en la Corte y, hasta el regreso de Edmundo Jacobo Molina al INE.
Dos marchas son el botón de muestra. Y aunque siga en pie su mal llamada “mega-marcha” del 18 de marzo, en términos reales, la gente -así de amplio- ya se dio cuenta de que el presidente no es invencible.
Dina Boluarte ya le echó pleito y la respuesta fueron las evasivas para no entregarle a Perú la Presidencia de la Alianza del Pacífico, con el pretexto de que el mexicano no quiere legitimar el golpe de estado que derrumbó a Pedro Castillo.
Bob Menéndez, senador estadounidense, ya le dio el “guantazo” al presidente mexicano, al subir a los demócratas al ring contra AMLO, además de asegurar -fuerte y quedito- que la política de abrazos y no balazos es un rotundo fracaso, y que la seguridad y la democracia, van por un rumbo equivocado.
LA ÚLTIMA
Solo falta echarse a los padres y madres de familia -igual que en los tiempos de Echeverría- por la peregrina idea de un funcionario de cuarto nivel que exigió que la iniciativa privada sacara las manos de la educación, como si la educación pública estuviera a la altura de Finlandia.
Para “amolarla de acabar”, la marcha a favor del ejército, es un tema que dará mucho de qué hablar. Va para largo.
El caso es que, muchas mexicanas y mexicanos observan que el gobierno de la república ahora, va, como dicen los rancheros, “atrás y en ancas”