EL DERRUMBE QUE VIENE
Por René Mondragón.- Distintos analistas coinciden: el presidente mexicano se enfrenta a múltiples dificultades en la parte final de su mandato. Muchos frentes abiertos por él mismo y sumergidos todos, en una gran cantidad de humo y coprolalia, como para que nadie se fije en la cantidad de erratas contabilizadas hasta hoy, y en la presentación de resultados que solo existen en el imaginario fantástico del hombre de palacio. Y todo ello envuelto en una opacidad que recuerda los momentos más álgidos del PRI como ex partidazo.
Solo para un ejercicio de enunciados, este escribano cita.
Sus grandes obras, su pase a la historia y su recuerdo, pasarán a los anales correspondientes como reza la canción popular “…de lo que pudo haber sido, y no fue”. Todas se inauguraron pero ninguna funciona. Vamos, hasta el AIFA se gotea y el Metro presenta un espectáculo de cataratas ofrecido para los turistas que se atreven a penetrar en ese mundo de lo raro y paranormal.
Es bien sabido que al inquilino del búnker donde a Xóchitl Gálvez no la dejan entrar, nada más no se le da eso de respetar la ley, pasarse por la impenetrable oscuridad de su entrepierna a la Constitución; respetar el Estado de Derecho y brincarse las trancas de cualquier cosa que él interprete que le estorbe, a imagen y semejanza de Calígula.
Con base en ello, se toma atribuciones que no tiene; le mienta la madre al Secretario Blinken; le saca la lengua a la señora Dina Boluarte y al lado de ella, les receta un “Botellita de Jerez…” a todas todos los peruanos.
Hacia el interior, algunas voces señalan que el mandatario ya creó un refuerzo más para su causa. La fundación del “Instituto para no quitarle al pueblo lo tarado” porque eso le ha generado buenos dividendos y un vigoroso branding.
Ya amarró las navajas de sus corcholatas favoritas, nombradas por él mismo y sin consulta con nadie, sin encuestas ni acciones de esa naturaleza. Él es la voz e intérprete del sentir y sentimientos del pueblo. Nadie más.
Él despertó en sus “príncipes con suerte” la vanidad y la avaricia por el poder. Este escribano imagina que el propio presidente nunca pensó en los extremos que ese destape anticipado podía y puede llegar a tener. En principio, la fama, los aplausos, el griterío -aunque sea con paga y forzado- de los fans; los reporteros pepenando alguna frase, una mirada algún movimiento que detecte su cercanía y preferencias del “gran dedo” que se desgañita diciendo que ya no hay dedazo.
En todos se ha despertado esa tentación. Hasta la señora Sheinbum cree que sin el presupuesto de la jefatura de gobierno, sin los reflectores naturales que esto trae aparejado y con un presidente lejano, van aumentar sus fans y los votos de una ciudadanía mexica que está “hasta la madre” de baches, mega fugas de agua, bloqueos, asaltos tres veces al día, homicidios, robos a la alza, pago por extorsiones, y hasta coladeras que sirven de camposanto, museo y caballeriza,
Por eso en conjunto, es un acto jocoso, chispeante, vociferantativo y hablantoso, que sea el mismo personaje que miente, amenaza, engaña, disfraza y traiciona, quien ahora los instruya para que sean leales “al proyecto y no a la persona”, cuando el propio mandatario ha hecho lo contrario.
Les ha instruido para ser leales y estar unidos, cuando además del cash, como dice Elena Chávez González, la autora del libro, es el rey de la división, de la polarización y la fractura.
Al mismo tiempo les reprocha e invita a no ser zalameros porque “esa lealtad es mentira”. El problema es que el ejecutivo ha sucumbido ante toda una cohorte de lambiscones encabezados por Lord Molécula y sujetos y sujetas que lo acompañan.
Todo indica que de aquí a septiembre, los golpes, el fuego mal llamado amigo, las traiciones, las denuncias y los golpes bajos, serán la señal del derrumbe que viene. Igualito le pasó a Nerón, a Calígula, a Hitler y a Osama Bin Laden. Y eso que eran bastante más fuertes.