DAÑO MONUMENTAL
Por Alejandro Díaz.- Alejado de Palacio Nacional, su inquilino (u okupa del mismo) no por ello renunció el sábado pasado al atril de “la mañanera”. Convocó a medios de comunicación a lo que será algún día la cochera principal del Tren Maya en Cancún. Festejó como si la obra fuera una maravilla de ingeniería, estuviera por terminarse o ya concluida. Aún se trabaja en numerosos frentes simultáneos sin suficiente coordinación y sin respeto por la naturaleza.
Sabemos de las dificultades encontradas en Quintana Roo (desmonte de hectáreas de selva, destrucción del sistema de ríos subterráneos y los poco atendidos hallazgos arqueológicos) donde hay considerable atraso. Sin embargo, poco se conoce del avance en terrenos con derecho de paso heredados del tendido ferroviario que ya existía en Tabasco, Campeche y Yucatán, donde podrían ya tenerse cientos de kilómetros de nuevas vías.
No se han concluido los terraplenes, ni los pasos a desnivel se tienen listos; el tendido de vías tiene un marcado atraso y no se han descargado los barcos con el balasto cubano. No se reportan avances en la construcción de las estaciones que se supone tendrá el Tren, ni siquiera la supuestamente inicial de Palenque. Eso sí, el inquilino de Palacio decidió que el lugar más adecuado para su alocución es el local que albergará los trenes cuando no estén en servicio, misma que está también a medio terminar.
Decidió festinar su Tren porque se entregaban los primeros cuatro vagones (de los 219 que habrá). Si bien no había una vía confiable a través de la cual traerlos tuvieron que mandarlos sobre remolques automotrices que tardaron más de 5 días en llegar, complicando la vida al resto de los usuarios al ser acompañado por numerosos elementos de seguridad.
Como faltan 215 trenes por entregar y sólo quedan unas 60 semanas para fin del sexenio (y aún menos para la fecha prometida de inicio de operaciones), la presión será sobre la fábrica que tendrá que entregarlos a razón de 4 por semana. La logística necesaria para entregar esa cantidad de vehículos debiera obligar a moverlos sobre vías sin intentar repetir el envío por carretera, que podría saturar algunos tramos. ¿Podrán estar listas las vías en las próximas semanas?
El Tren Maya se ha convertido en objeto mimado de este gobierno, dedicándole una atención exagerada y demandando recursos que de otra manera pudieran dedicarse a necesidades básicas como Salud y Seguridad. No sólo tuvo un presupuesto original de 130 mil millones de pesos, ampliado a 220 mil millones y ahora demanda 140 mil adicionales, totalizando 360 mil millones de pesos. Presupuesto casi del doble del previsto para 2013 de la Secretaría de Salud.
No contento con desbordar el presupuesto que él mismo ordenó y autorizó, así como de escatimarle recursos a los más pobres en Salud y a toda la población en Seguridad, ha asolado la ecología peninsular. Sus acciones y omisiones han destruído miles de hectáreas de selva a pesar de que ofreció no cortar siquiera un árbol. Al trazar burdamente el recorrido del Tren sin acompañarlo de estudios técnicos o científicos, está causando daños aún no valuados al sistema de aguas subterráneas tan particular de la península.
Sabemos que la ecología no es materia importante para el inquilino así que no es sorpresa que el Tren no sea eléctrico sino propulsado por una máquina diésel, contaminadora. La lucha contra el cambio climático no le pasa por la mente.
No se ve cómo pueda este proyecto ser sustentable económicamente al no conocerse cifras confiables de número de pasajeros previsto o el costo de los recorridos, pero de lo que sí podemos estar seguros es que la ecología peninsular va a sufrir un daño monumental.
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