DERECHA O IZQUIERDA
Por Julio Faesler.- Ya no se trata de contrastar posiciones de derecha o de izquierda. Ello depende según se esté en favor o en contra del gobierno en turno. De igual manera la separación entre las virtudes o defectos del Capitalismo o los del Socialismo es menos claro y desde luego menos importante. Lo que importa es la capacidad de un gobierno de ofrecer condiciones favorables para el desarrollo del potencial y talento de cada uno de los individuos que componen la sociedad. Es por lo que lo calificamos y decidimos mantenerlo o no en el poder.
Las estadísticas no son la mejor guía para calificar el desempeño de un gobierno. Desde que el rey de Bhután decretó hace más de treinta años que mediría su éxito conforme a un Índice de Felicidad Nacional en lugar de los índices de Producto Nacional Bruto, se ha extendido el interés por cerciorarse más directamente de los efectos en el ánimo popular de las acciones oficiales.
El Informe Mundial sobre la Felicidad elaborado por la Red de Soluciones de Desarrollo Sostenible (RSDS) de la ONU, presentado este lunes, colocó en primer lugar a Finlandia seguido por Dinamarca, Islandia, Israel y Holanda en tanto que México se ubicó en lugar 36 entre 109 países, aunque el sitio del año previo había sido el 46. Estados Unidos está en quinceavo lugar.
El aumento del ingreso significa que ha aumentado el bienestar de la población es una rala afirmación reduccionista. Los componentes del bienestar son muchos. Los servicios de salud y educación encabezan nuestra la lista actual de necesidades, pero de ninguna manera son todas. El desarrollo de una sociedad es imposible sin un auténtico estado de derecho en lo jurídico, que destierra corrupción e impunidad, como en lo económico cuida la existencia de las condiciones que liberen las fuerzas de producción y distribución, atentas siempre a una equilibrada rectoría del Estado.
Lo anterior no es todo. El respeto al fruto del trabajo y al esfuerzo de cada individuo es la base de una convivencia tranquila y productiva que reconoce méritos y asegura oportunidades para todos.
Lo anterior lo vemos en los datos que el CONEVAL y el INEGI nos proporcionan sobre la pobreza en México. Es posible decir que la pobreza ha disminuido tanto en número argumentando el aumento en el salario mínimo y un índice creciente del consumo de la población.
De igual manera, puede señalarse la severa y dramática reducción en la oferta de los servicios sociales, particularmente los que se refieren a salud y a la educación, que vienen a desinflar la alegría con que se recibieron los datos positivos antes mencionados.
El grado en que la administración de López Obrador se ha alejado de los parámetros anteriores deja en claro la calificación que merece y la orientación que queramos siga el gobierno, serán algunos de los elementos que determinaran las elecciones de próximo junio 2024 en cuanto a continuar o no con las políticas de Morena.
Por todo el mundo siguen vivas las inquietudes populares exigiendo cambios en los gobiernos. Desde las “primaveras árabes” hasta los disturbios constantes y más recientes en nuestra Hispanoamérica. El que la Cuarta Transformación podría insertarse en esa corriente que reacciona contra los regímenes capitalistas es una benévola interpretación que oculta los crasos errores que la lastraron desde sus primeros balbuceos a declarar la guerra a la unión de todos los mexicanos en la lucha de superacion.
La inevitable reacción de casi todos los sectores contra la sistemática destrucción de las instituciones que pudieran haberse ajustado a nuevos esquemas de acción depurada de corrupciones y de propósitos ideológicos ha llevado a la metódica disolución que estamos presenciando de la canasta de estrategias mal urdidas. La confusión y quebranto político de la 4 T está a la vista literalmente de todo mundo.
El fracaso de la mal concebida transformación de México no significa que no se mantenga la urgencia de abandonar conceptos desgastados y sus respectivo sistemas que durante más de dos siglos promovió el liberalismo individualista con sus abusos que resultaron en las desigualdades sociales que de no remediarse en esta coyuntura en la que nos hallamos, se extenderán a los siguientes sexenios sembrando discordia.
Frente al repetido propósito de López Obrador de proveer que el país continue por el frustrante sendero pseudo izquierda emprendido, la respuesta de los personajes que desean y son capaces de abrir a la nación nuevos rumbos tiene que ser la de delinear con todo vigor fórmulas, quizás inéditas para necesidades conocidas pero proyectadas ahora para una población creciente de 130 millones. Esas propuestas tienen que de ir desde un ambicioso rediseño fiscal que dote al gobierno de recursos, hasta fórmulas de asociación de grandes empresas con las pequeñas y medianas, nuevos instrumentos de coordinación publica-privada para las grandes infraestructuras desde ahora previsbles.
Las propuestas de los candidatos presidenciales han de trazar objetivos que respondan no a intereses sino a objetivos. Las realidades en México como en todo mundo rebasan etiquetas ideológicas de derecha o de izquierda. Con visión a problemas del futuro para evitar repetir las injusticias y desequilibrios que hoy nos hunden. Con trabajo, no ensayos conservadores ni costosas utopías.
Ya no se trata de contrastar posiciones de derecha o de izquierda. Se trata de ser realistas.
julifelipefaesler@yahoo.com