…..LAS GRANDES ESTRATEGIAS A PRUEBA
Julio Faesler.- Es serio lo que le pasa a AMLO. Desde el momento en que ideó sustituir al tradicional “tapado” con la degradante designación de “corcholata” para mantener el control de la elección de su sucesor, dejó la rienda suelta a cada uno de los aspirantes de Morena a tener que mostrar sus virtudes y cualidades en las programadas encuestas para ganar la codiciada candidatura a la presidencia de la república.
Cada uno de los precandidatos compite contra sus colegas al tiempo que refrenda su convicción en la 4 T para transformar a México. Hay que tomar nota de que desde el principio AMLO ya tiene a su “corcholata” preferida.
Sucedió lo esperado. Las divisiones aparecieron. Con todo y el pacto de no agresión firmado por ellos, van surgiendo desavenencias sobre estrategias publicitarias. Los choques serán más. Y eso que el INE insiste en que todavía no se entra a la fase de la verdadera controversia en cuanto a los programas de gobierno de cada candidato.
Por otra parte, a medida que las fastidiosas y repetitivas mañaneras desgastan la imagen de AMLO, se erosiona la razón por la que los aspirantes a la suprema posición deban mantenerle plena lealtad en lo personal ni para todos los puntos de su problemático proyecto de transformación nacional. Solo una de sus “corcholatas” siente el compromiso de atar su suerte a la de un presidente ya en salida. AMLO empleará su energía electoral para aferrar su autoridad, blindar por razones de “seguridad nacional” las obras prioritarias que sellan su figura histórica y en tratar de asegurar la fidelidad de su sucesor en proteger todos sus flancos.
Lo más grave para el AMLO es ver peligrar el carácter transexenal de su programa transformador de que tiene por objetivo salvar a México del capitalismo neoliberal. Su prioridad está en dejar arreglado el tinglado para un fácil deslizamiento a la siguiente etapa que será el nacimiento de la nueva sociedad “humanista” que imagina. El lamentable estado de destrucción institucional a que ha llevado al país anula continuar el proyecto. Ya ha tenido que sufrir derrota por insuficiencia parlamentaria o en la SCJN en varias de sus iniciativas estrellas.
Pero aun, López Obrador ha llevado al país a injusticables carencias de servicios de salud, empleo y educación y tranquilidad. La inseguridad no solo es jurídica. Más de la mitad del territorio nacional está a expensas de la delincuencia homicida de mafias ya hasta internacionales gracias al generoso amparo de una terca estrategia de abrazos.
El número de muertos desaparecidos rebasa las estadísticas de otros países notoriamente violentos. La producción y el transporte están bajo cotidiano amago.
En realidad AMLO lanzó su ambicioso proyecto sin más inspiración o respaldo que el primitivo radicalismo que hace años se practicó en su tierra. Personalista en extremo nunca quiso formar un gabinete coordinado.
El modelo de transformación pseudosocialista fracasa hundido en cáos y privaciones populares. Encima de dividir a México y enajenar a los de una izquierda racional, AMLO quedó sin más sustento político que el agradecimiento de los beneficiados por sus programas sociales. Inciertas sus corcholatas, el Napoleón tropical se ha quedado sin mariscales.
El caso de enfrente es distinto. La oposición al desorden lopezobradorista se presenta en el Frente Amplio por México, conformado por individuos con experiencia y antecedentes confiables. Convenidos de la urgencia de la unidad nacional despreciada prevén formar un gobierno concertado, un gobierno de coalición contrari al divisionismo empleado por López Obrador.
La troika de partidos (PAN,PRI Y PRD) encabezada sea por Xóchitl Gálvez o por Beatriz Paredes debería completarse con la adhesión del Movimiento Ciudadano para formar un cuadrilátero vencedor. Otras figuras como Santiago Creel o Enrique de la Madrid fortalecen la estrategia.
La aritmética viene a cuento. Partiendo de un padrón de unos 93 millones, la participación ciudadana el día de la elección de al menos del 60% es lo deseable. Algunos estiman la fuerza electoral de Morena y sus partidos apéndices en unos 26 millones de votos. El “piso” estimado reunido por el Frente es de aproximadamente 20 millones. Para ganar la presidencia, el Frente deberá sumar el 50% del voto de los 38 millones de la llamada “clase media”, es decir 17 millones, para sumar 37 millones número superior al de Morena.
Dejando al lado cálculos aventurados, en los que el sector joven es una incógnita, el hecho está en que antes de abrirse el fuego de las verdaderas campañas parece clara a ventaja que tiene la oposición al régimen morenista.
Las campañas que están a punto de arrancar formalmente pondrán a prueba las estrategias. Deben abrirnos nuevos horizontes y no a repetición de lo conocido. Ni neoliberalismos comercializadas ni engañosas utopías.
juliofelipefaesler@yahoo.com