EL DESGASTE
Por Alejandro Díaz.- Es más que evidente el desgaste por más que busca distraer a su público. El rostro fresco que mantuvo durante la campaña y el primer año de gobierno ha desaparecido para dejar ver la fatiga del ejercicio del poder. Ha intentado dominar en todos los campos con su hábil narrativa para apropiarse de valiosas instituciones autónomas y de inhibir las que no doblegó. Nunca intentó construir nada positivo para el país y su futuro; pocas presas, puentes y carreteras, ni siquiera suficientes caminos alimentadores para permitir a pequeños productores sacar sus productos al mercado.
Lo que aparentemente fue su principal apuesta, le falló totalmente. PEMEX no pudo extraer cantidad suficiente de petróleo para cubrir las metas exigidas ni pudo aumentar la refinación de combustibles; por ineficiencias e incompetencia, cayó en un déficit enorme, permanente. Si la paraestatal no cae en bancarrota es porque el gobierno federal asume las deudas de la petrolera como propias.
Su primera decisión autoritaria, la cancelación del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México le resultó carísima porque siguen pendientes sus deudas y no resolvió problema alguno. Usó varios millones en un fiasco: el aeropuerto Felipe Ángeles, que representó una gran erogación que aumentó la deuda pública sin resolver la saturación aérea del Valle de México.
La nueva refinería de Dos Bocas no estuvo lista en tiempo y forma, con un costo tres veces mayor a lo supuesto. Construida en un sitio impropio, ha sufrido varias inundaciones antes de poder refinar un sólo barril. Su dicho que prefiere subordinados 100% leales le ha acarreado decepciones sin llegar a las metas que él fijó. Cada fracaso le arrancó horas de vida y le ha dejado marcas visibles en la cara aunque las oculte en el ánimo.
No contento con sus fracasos petroleros emprendió una aventura ferrocarrilera sin aceptar consejo. Guiado sólo por un sueño imprudente ignoró advertencias de ecologistas y de arqueólogos para diseñar un trazo destructivo sobre cenotes, ríos subterráneos y selva, ignorando pirámides. Aún no se termina el trazo, pero protestas y otras dificultades lo han mortificado al tiempo que le han marcado nuevas arrugas y ojeras de desvelo.
Para tener suficientes recursos para sus proyectos estrella no dudó en desfondar a los organismos que se opusieron a alguno de sus esfuerzos, incluyendo los rubros que él consideró superfluos como el mantenimiento de equipos y el apoyo a atletas, estudiantes, investigadores y tratamientos médicos. Nunca vio que al mismo tiempo castigaba a industrias tan importantes como la del cine o la farmacéutica o el desempeño de deportistas y de triunfadores de concursos de matemáticas, computación o natación.
La industria cinematográfica en especial sufre por la falta de apoyos y financiamiento que le permitieron renacer como actividad que le ha dado identidad cultural a México.
Especialmente ha afectado a las farmacéuticas bajo el supuesto de que “todas corrompen”, sin probarlo. Con sus acciones no sólo afectó a la industria sino a hospitales y clínicas a que privó de medicamentos con los que atendían a millones de pacientes. En especial fueron afectados quienes sufren diversos tipos de cáncer, incluso niños, por la escasez de medicinas especializadas. Se sabe que a causa de la pandemia de COVID murieron más de 800,000 personas, y aún no se ha determinado cuántos más encontraron anticipadamente la muerte por falta de medicinas y/o deficiente atención hospitalaria en ese periodo.
Y la inseguridad creciente también le ha acarreado problemas físicos. Sabedor de que su estrategia de ‘abrazos no balazos’ no funciona, cada homicidio lo carcome porque sabe que ya no puede culpar al pasado y su rostro lo resiente. ¿Podrá terminar su sexenio?