BARATO, SÓLO EL DÓLAR. Por Alejandro Díaz
Como no sucedía desde la Docena Trágica (1970-82) el precio de las divisas extranjeras, en especial la más demandada -el dólar de los Estados Unidos- se ha reducido frente a nuestro peso mientras la inflación nacional apenas puede ser contenida. Por eso, al tiempo que los productos nacionales suben, los importados van a tender a reducir sus precios.
Son momentos en que el precio unitario de prácticamente todos los productos nacionales son superiores al de la divisa norteamericana. En especial los incluidos en la canasta básica: todos ellos valen más de un dólar por unidad. El actual gobierno ha logrado, al igual que durante la Docena Trágica, que sólo el dólar sea barato. Aún combustibles como diésel y gasolina tienen un precio unitario en México superior al del dólar por primera vez.
Durante décadas se tomó como premisa el dicho del viejo PRI de que ‘Presidente que devalúa el peso, devalúa su Presidencia’. Ahora estamos en el caso inverso pues es el peso el que se ha revaluado frente al dólar, pero daña también. Esta situación tiene graves consecuencias para nuestra economía, y puede llevar también al desastre.
Aparentemente nadie es responsable del inusual bajo precio de la divisa; tanto Banco de México como la Secretaría de Hacienda han hecho su tarea estabilizadora. Pero obviaron tanto el éxito exportador como el altísimo ingreso por remesas que aumentan la oferta de dólares y han causado la reducción de la cotización del dólar al seguir la ley de la oferta y la demanda.
Esta situación complica la vida a exportadores y a quienes viven de envíos de dinero de familiares en el extranjero. Además, alienta las compras de productos de importación y los viajes al extranjero. No sería difícil ver que se reviertan los saldos positivos de tanto la balanza comercial como de la turística de los últimos años en tanto se alcanza una nueva paridad equilibrada.
Con este tipo de cambio, este gobierno que desea endeudarse, va a recibir menos pesos por cada millón de dólares que le presten. Más le convendría (y convendría a México) aprovechar el bajo tipo de cambio para reducir la deuda pública, pero eso no está en los planes del supremo gobierno.
Esta situación puede llevar a una semejante a la que recibió Ernestο Zedillo en 1994: una economía sana pero sujeta con alfileres. Diferentes alfileres, pero alfileres al fin y al cabo. Ahora no hay problema con la disponibilidad de divisas pues la exportación genera las necesarias, pero el alto déficit presupuestal tiende a aumentar la inflación y ésta presiona los costos de exportación, pudiendo reducir drásticamente márgenes y ventas al exterior. Si esto se da, cualquier inestabilidad nacional o internacional podría conducir a momentos no deseados como los de diciembre de 1994.
Hay dos posibles soluciones no traumáticas si no se desea comprar deuda para inhibir el problema antes que explote: 1) que BANXICO disminuya los intereses en México para hacerlos menos atractivos a los capitales golondrinos, y 2) incrementar el monitoreo de las transferencias para inhibir envíos del crimen organizado que seguramente han encontrado cómodo transferir buena parte del importe de ventas de droga junto con las remisiones legítimas. Ambas soluciones pueden contribuir a lograr el equilibrio del tipo de cambio sin poner en riesgo las finanzas nacionales.
Nuevamente el gobierno está en el dilema de actuar en beneficio de todos los mexicanos o en el particular de su partido. Si sigue adelante habrá una razón más para que los mexicanos le cobremos en la próxima elección.
daaiadpd@hotmail.com