¡VUELEN ALTO CAMPEONES!. Por Alejandro Díaz
Los sucesos del pasado 8 en la comunidad de Texcapilla, municipio de Texcaltitlán deben ser un parteaguas de la política de Seguridad. La muerte de tres pobladores -junto con otros cuatro civiles heridos- de esa población cuyos ciudadanos mostraron valor civil y plantaron cara al grupo de criminales que les demandaba pago de piso. En vez de plegarse a su demanda, sin atender la absurda política oficial de ‘abrazos, no balazos’, respondieron con hombría.
A falta de elementos policiales que los protegieran o de autoridades que se preocuparan por ellos, un grupo de campesinos decidió enfrentarlos. A pesar del armamento del que hicieron gala los criminales al iniciar la balacera, respondieron con viejos rifles de caza, palos, machetes y guadañas; no sólo los repelieron, sino dieron muerte a 11 de ellos, incluido el aparente jefe del grupo local de la Familia Michoacana, un capo conocido por el sobrenombre de “el Payaso’.
El cobro de piso es una costumbre que los criminales habían extendido por buena parte de la Tierra Caliente de Michoacán y Guerrero; según se ve, ahora también en el sur del Estado de México. Con amenazas a la vida, con el secuestro a familiares o causando daños a propiedades y cultivos, imponen su dominio con demandas.
En el caso que nos ocupa demandaron el pago de un peso anual por cada metro cuadrado de sembradío. Podría parecer poco, pero para un agricultor que tiene una hectárea tendría que pagar diez mil pesos, y si tiene 10 hectáreas, cien mil. Ambas cantidades son superiores a la capacidad de pago de los pequeños propietarios de la región.
Quien comandaba la demanda de pago no aceptó negociar y ante la negativa de los campesinos disparó al aire, intentando amedrentarlos. La respuesta que nunca esperaron los malandros fue de una posición firme ante la amenaza y que se les respondiera activamente, enfrentándolos con fuego hasta hacerlos huir.
Los habitantes del poblado no creen que haya terminado su guerra contra el crimen organizado, siguen temiendo se reanuden secuestros y agresiones si no cuentan con la protección adecuada. La flamante gobernadora ha ofrecido apoyo de la policía estatal, incluso con la participación de la Guardia Nacional y del Ejército. Pero su estancia no ayudará si no ellos no cuentan con la misma presencia de ánimo que mostraron los pobladores de Texcapilla.
Como escribí más arriba, este evento debe ser el parteaguas si se quiere que la vida en México no esté controlada cada vez más por el crimen. No puede festinarse la pérdida de ninguna vida humana y menos resultado de acciones humanas pero este caso muestra que se puede tener hombría de bien, como la mostrada por quienes se armaron de valor para defender su vida y lo que es suyo. Quienes desgraciadamente murieron, y quienes resultaron heridos, son verdaderos héroes que lo mínimo que merecen es el reconocimiento de su valor, y que su ejemplo oriente una efectiva política de seguridad para bien de todo México.
El mejor homenaje que se puede hacer a los héroes de este trágico episodio es fortalecer la Seguridad Pública en todo el país, pero especialmente en los estados del sur, de Michoacán y Guerrero a Chiapas. Así se fortalecerá el Estado de Derecho, se permitirá la convivencia pacífica y se evitará todo tipo de violencia.
Más allá de lo que escribió un usuario de redes sociales sobre los fallecidos: “vuelen alto campeones, que siempre serán grandes personas que se les extrañará mucho”. Su valentía contiene la gran enseñanza de tener valor civil para afrontar las amenazas.