EL OLOR A PODRIDO SE ESTÁ VOLVIENDO INSUFRIBLE… Por ESTHER QUINTANA SALINAS
Una sociedad es corrupta en la medida en la que son cada uno de sus integrantes en su espacio de libertad personal y responsabilidad. Son los ciudadanos los que marcan los umbrales de tolerancia ante la avanzada de la corrupción, con su silencio y vuelta la vista hacia otro lado.
El gobierno encabezado por López Obrador todos los días se santifica por boca de él mismo. Se vende como cordero desde que inició su mandato y lo remacha a discreción. Habla de su pureza a mañana, tarde y noche, y hay quienes le compran la cantinela, no obstante los eventos que ocurren en este país nuestro, exhibiendo lo contrario. El individuo se mantiene con altos índices de popularidad… hágame el refabrón cabor – permiso don Armando – y es que popularidad en este país es sinónimo de honradez, a lo que se está viendo, aunque no guarden ninguna vinculación.
Si viviéramos en otras latitudes López hace tiempo que estaría fuera del cargo. Pero esto es México. El instaurador de un régimen de pureza – así se vendió en 2018 – no es más que un farsante de los muchos que han gobernado nuestro país, con la venia de la indiferencia, la marginación y la complicidad de millones de mexicanos. En México se afianza la corrupción porque se vota por ella, porque no es vista como algo despreciable. El sistema mismo se sostiene en esa estructura, hay un montón de rufianes que han hecho de ella su modus vivendi, y esa podredumbre moral y secular no se modifica con la alternancia en el poder, ya lo hemos visto. Tendría que ocurrir una especie de tsunami educativo que enseñara virtudes éticas y valores morales para arrancar las raíces de esta plaga maldita. Pero nadie va a venir a provocarlo. Nos toca hacerlo.
Tenemos un gobierno de izquierda que miente, que trafica con influencias, que integra sus grupos parlamentarios vía tómbola, -de ahí el nivel de impreparación y de lenguaje “florido” que exhiben en las Cámaras-, que impone ministros en la SCJN pillastres y hasta una inepta; que se dedica a insultar y a descalificar a todo aquel que no baile al son que toque su “orquesta”, que detesta los equilibrios institucionales, que abomina la división de poderes, que no tiene empacho alguno en decir que su autoridad moral está por encima de la ley, que se burla del orden jurídico, que envilece la vida de millones de mexicanos sometiéndolos a la esclavitud desgraciada de la dádiva y al que le vale sorbete la seguridad de sus habitantes, cuando debiera ser su ocupación número uno.
Tener esto es culpa nuestra. ¿Qué no? fue lo que eligieron 30 millones de electores, muchos de ellos hartos de gobiernos corruptos y esperanzados en que el electo iba a ser distinto, y también la desidia de los que no fueron a votar, y por supuesto los que nos oponíamos pero no nos alcanzó. Que forma de tolerar la inmundicia. Que gusto por las cuentecitas de vidrio y la bisutería de siempre.
Como me gustaría que llegara una Georgia Meloni a gobernar México. Es la primera ministra italiana, la acusaban sus opositores de derechista extrema, peor que las siete plagas de Egipto, y resulta que la señora les está demostrando que le va a la medida el traje. Ha frenado con guante de seda la inmigración rampante, conduce las relaciones europeas espléndidamente y hay un despunte económico que hace mucho Italia, ya no tenía. Ha desafiado el populismo de izquierda, en agosto de 2023 finiquitó la impronta de la dádiva, destinada a proteger indiscriminadamente, como son esos programas, sin reglas de operación ni seguimiento, a los supuestos pobres, aunque estén buenos y sanos y mejor aviados que muchos de los que no se cuelgan a esas cadenas. Los puso a TRABAJAR, del millón de dependientes que eran, a fin de año disminuyeron a 600 mil. Dejaron de ser una carga para el estado, están cambiando su condición de dependientes eternos a autosuficientes y con ello su propio destino y el de sus hijos. Han pasado de “víctimas” a protagonistas. Hurra por la italiana. No hay pueblo, y menos en estos días, que pueda seguir soportando una carga de ese tonelaje.
Y el ejemplo está cundiendo, hoy día en Argentina, Javier Milei, está decidido a librar a la juventud de la trampa de la marginación ad perpetuam. No más subvenciones sin son ni trón, la gente tiene que aprender a vivir por su cuenta. Hay que enseñarlos a pescar no a darles el pez. Anatema para los populistas y vividores del sistema. A ver si lo emulamos en México. No nos permitamos comprar el discurso del odio entre mexicanos que vende el presidente todos los días, lo que necesitamos es reencontrarnos, sumarnos, e iniciar la edificación de un país acorde a las necesidades del siglo XXI, a una realidad que no es ni siquiera la de hace 5 años.
Tenemos que apostarle a una educación ad hoc a los requerimientos de hoy, y regresar a abrevar en la formación con valores y principios, o continuaremos contribuyendo a la deshumanización de nuestra especie. Esto último es una tragedia, ha sido la causa principal de la caída de grandes civilizaciones. Sin esa raigambre estamos condenados a la extinción. No nacimos para ser lobos esteparios, sino gregarios, integrantes de una sociedad en la que nuestra individualidad se convierte en el mejor instrumento de vinculación con nuestros pares. Aristóteles sigue teniendo razón, el mejor lugar para que el ser humano crezca y de lo mejor de sí mismo es en el seno de su comunidad, en ella está su identidad, en ella se alimenta su sentido de pertenencia. Ahí radica nuestra fuerza. Los dueños de México SOMOS LOS MEXICANOS, no López.