MORENA Y EL PARTIDO VERDE: LA “MAFIA MARRÓN” Por Marcos Pérez Esquer
Por allá de 1986, Jorge González Torres, papá de Jorge Emilio González “el niño verde”, fundó el Partido Verde Mexicano, que luego cambió de nombre a Partido Ecologista de México con el que compitió en 1991, pero que, al no alcanzar el porcentaje mínimo de votos requerido para mantener su registro hubo de refundar en 1993 con el nombre actual de Partido Verde Ecologista de México.
Su agenda ambientalista fresca, respaldada por un movimiento verde internacional muy importante que se puso de moda en los años 90´s, capturó la atención de buena parte de la sociedad, y en 1994 y 1997 obtuvo buenos resultados electorales que lo llevaron a aliarse al PAN en el 2000 y ganar las elecciones presidenciales. Rápidamente, empero, el PVEM enseñó el cobre y sobrevino un rompimiento casi inmediato con el presidente Fox.
El fundador, tras una década de encabezar al partido, le pasó la estafeta a su hijo quien lo presidió por una década más hasta 2011, y de hecho, sigue siendo el poder tras el trono. Durante toda esta etapa -de 2001 para acá-, los verdes se han dedicado ha hacer del partido un negocio, de manera burda y a manos llenas; sin rubor alguno pactan con quien convenga a sus intereses personales, dejando atrás no solo la agenda ecologista sino el interés general de la nación.
Hoy día, el PVEM forma parte de la alianza encabezada por Morena, y no sé qué resulta más incongruente: el hecho de que un partido que se supone que defiende el medioambiente se alíe con el que, desde el ejercicio del gobierno, demuestra poca o nula preocupación por la naturaleza; o el hecho de que un partido que se dice transformador y promete acabar con la corrupción se alíe con el verde que es epítome de la corrupción política mexicana.
Y esto no lo opino solamente yo, el propio López Obrador, declaró en 2015 que el PVEM sólo servía a “la mafia del poder” para imponer a “puros empleados, achichincles, sin principios, en cargos públicos, que lo único que buscan es sacar provecho personal”, y en 2016, Víctor Manuel Toledo, y Elena Álvarez-Bullya, a la postre Secretario de Medio Ambiente, y titular del CONACYT, respectivamente, en el gobierno de López Obrador, firmaron un desplegado con otros 285 académicos y 35 organizaciones, manifestando que el PVEM “no representa una visión ambiental y que por el contrario es cómplice de profundos daños ecológicos, sociales, éticos, electorales y económicos que la nación mexicana no se merece”.
La muy larga lista de tropelías en que ha incurrido el PVEM no cabría aquí, pero baste recordar que desde 2009 el Partido Verde Europeo rompió relaciones con él, y que en 2015 hasta Greenpeace encabezó protestas contra él. Para un recuento puntual, léase “La mafia verde”, libro publicado en 2023 por Paula Sofía Vázquez y Tito Garza Onofre.
Pero vuelvo a su alianza actual con Morena que lo ha llevado a respaldar cosas tan incongruentes como la reforma eléctrica, que claramente atentaba contra el medioambiente al darle preponderancia en la producción eléctrica a la CFE con sus plantas de combustibles fósiles, y al frenar el avance de las energías limpias como la eólica o solar. La única diputada del verde que votó en contra de esto fue expulsada del partido.
También apoyaron la construcción de la refinería de Dos Bocas. Si bien de manera timorata inicialmente ofrecieron algunas objeciones, finalmente terminaron respaldando no solo el proyecto de refinería, sino el proyecto político de la Secretaria de Energía, Rocío Nahle, como aspirante a la gubernatura de Veracruz.
Para colmo, respaldaron también la construcción del Tren Maya, que ha implicado todo un ecocidio en la región.
Hoy mismo estamos viendo cómo la Comisión Nacional Forestal (Conafor) se ve rebasada ante los múltiples incendios forestales que azotan al país, más de 116 activos en este momento; y se ve rebasada por la reducción presupuestaria de la que fue objeto durante todos estos años de López Obrador que cercenaron sus capacidades institucionales para prevenir y controlar incendios.
La evidencia revela pues, que ambos, PVEM y Morena, se parecen mucho; ambos son sumamente corruptos, y a ambos les importa un bledo el medioambiente, el cambio climático, y las nuevas generaciones.
De la mezcla de los colores verde y guinda se obtiene un color marrón verdoso, muy feo, como verminoso. Podríamos decir entonces que de la alianza entre Morena y el PVEM ha surgido algo así como la “mafia marrón”.