EL DIVINO TESORO ESTÁ EN PROBLEMAS Por Esther Quintana
El mundo se transforma a un ritmo al que parece no podemos darle alcance, nos presenta desafíos tales como un mercado laboral en evolución, el cambio climático o el agotamiento de recursos naturales.
En 2018 tuvo lugar un hecho histórico del que ha advertido la ONU, que tendrá un impacto sustantivo a nivel internacional en las próximas décadas en sectores como el laboral, el financiero, el político, el de salud y va más allá porque tendrá consecuencias en las estructuras familiares y los lazos intergeneracionales, nada más imagine la magnitud del suceso. Es este: por primera vez, las personas mayores de 65 años o más, superaron en número a los niños menores de cinco. Dicho evento en la pirámide generacional coloca a la juventud actual en una posición bastante comprometida, ya que tendrá que sostener una economía en la que se reducirá el número de población económicamente activa, como no ocurría en siglos pasados y además aumentará el número de personas adultas mayores que demandarán atención médica especializada, pudiendo representar una problemática muy difícil al sector salud.
Cabe subrayar que en nuestro país, casi la tercera parte de la población es joven, y el panorama que enfrentan para su desarrollo político, social y económico, no es miel sobre hojuelas. He aquí los datos de CONEVAL: 40% se encuentra en situación de pobreza y de 5.4 millones de jóvenes que no tenían la oportunidad de estudiar ni de trabajar 91.2% son mujeres.
Las condiciones en las que “viven” impiden el goce pleno de sus derechos, lo que impacta de manera negativa el crecimiento del país, de la sociedad y del desarrollo de su vida en condiciones de dignidad. El COVID 19, exhibió los rezagos sociales que enfrenta la juventud y los agravó. Y no obstante el papel tan relevante que tendrán en el futuro los jóvenes que hoy tienen entre 15 y 29 años, se les ha dado en llamar “generación de cristal”, aludiendo a su fragilidad emocional.
La filosofa Montserrat Nebrera, quien acuñó la denominación, explica que son así por el exceso de sobreprotección de sus familiares, y esto ha dado como resultado que sean muy susceptibles a las críticas y a la frustración cuando no alcanzan las metas que se proponen, y que además demandan un reconocimiento constante, derivado de su baja autoestima e inseguridad cuando de tomar decisiones se trata. ¿Sobreprotección? ¿Cómo? La mayoría de las madres de estos chicos tuvieron que ir a trabajar fuera de casa.
¿Cómo se perciben estos jóvenes? Según un sondeo realizado por el Observatorio de la Juventud Iberoamericana de la Fundación SM, vía entrevista online, a mil 600 jóvenes de entre 15 y 29 años de España, México, Brasil y Chile, estiman como atributos de sí mismos y de su generación, la sensibilidad hacia los problemas sociales, el reconocimiento de la importancia de la salud mental y baja autoestima e identifican la defensa de la diversidad como una cuestión más generacional que propia.
En lo concerniente a sus mayores preocupaciones, 40% de las y los jóvenes en México temen incumplir las expectativas de su entorno más cercano (familia, amigos o pareja) y sienten frustración por no llevar la vida que quieren; mientras que a 56% les cuesta vivir con la incertidumbre de a qué se van a dedicar en el futuro. Por otro lado, al 65% les disgusta que ser criticados por su forma de pensar. Al 57% les molesta que se hagan chistes o bromas con las que se ridiculiza o se discrimina a las minorías. Y lea esto, por favor: al 67% de los y las jóvenes opina que esforzarse (en los estudios o el trabajo) es una garantía para lograr tus objetivos en la vida. El porcentaje que afirma que la mayoría tendría que esforzarse más, asciende a 69%. ¡Bravísimo!
Hay una realidad que no se debe pasar por alto, está a la vista. La gran mayoría de los jóvenes tiene serias dificultades para concluir sus estudios y luego para conseguir trabajo, incluso los clasemedieros. Imagínese a los del sector económico bajo. Se avista una evolución social en general. La Dra. Chao Rebolledo, directora de Innovación Educativa de la Universidad Iberoamericana apunta: “Estamos transitando a un mundo que sí se prevé como más frágil, más caótico, más difícil de entender desde una métrica o un parámetro de estabilidad social y me parece que a las y los jóvenes son a quienes les pertenece ese futuro porque nosotros estamos aquí solamente cuidando el presente y quienes van a llevar el liderazgo son ellas y ellos”.
Aunque los datos señalen que el porcentaje de jóvenes que llega a la educación superior ha ido aumentando en los últimos años, sigue siendo bajo. En 2022, el 18% de las personas de este grupo poblacional concluyeron una licenciatura; es decir 4.1 millones, un porcentaje mayor al 11% registrado en 2005.Y el problema de la empleabilidad al concluir sus estudios sigue vivo. Formar a los jóvenes para que tengan viva su esperanza en un presente que se antoja desolador es tarea conjunta de familia y Universidad.
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La juventud es clave para el desarrollo económico, político, social y cultural de una nación, deben ser escuchados y tomados en cuenta por legisladores y demás autoridades. Son tres los problemas a los que se enfrentan los jóvenes hoy día, no nada más en México, sino en todo el mundo: la violencia, el acceso a la educación y la falta de oportunidades laborales. Es imperativo trabajar en políticas públicas y educativas adecuadas. Ellos van a tener a su cargo al país en breve, invertir en educación debiera ser prioridad sine qua non para los gobiernos de los tres niveles. México lo vale. ¿Qué más tiene que pasar para que lo entendamos?