ENTRE PODERES Y LIDERAZGOS HAY DIFERENCIAS. EL CASO DEL PAN Por Salvador I. Reding Vidaña
Hay muchos comentarios, esquemas y dibujos sobre la diferencia entre ser jefe y ser líder, y siempre se ponen a los jefes como autoritarios e insensibles ante sus subalternos. Y en cambio a los líderes como las personas que en vez de empujar a sus seguidores, los encabezan, son ejemplo. En general, veo que esas comparaciones son extremistas y simples. Tengo otra visión al respecto, sobre todo cuando se trata de movimientos políticos y sociales.
Me interesa en estos casos el de la política, sobre todo en las estructuras de poder de los partidos, principalmente el mío, el PAN. Comienzo por el principio y que es también el final: no es necesariamente lo mismo tener poder que tener liderazgo.
Hay, por supuesto, dentro de los partidos en el mundo, líderes que han llegado al poder organizacional de los mismos, en elecciones internas, precisamente porque los militantes los siguen, y los apoyan porque confían en que su labor será en beneficio de los fines doctrinales, los principios del propio partido. Que su labor será en favor de la sociedad a través de la acción política partidaria.
Pero por lo que se llama politiquería, no política, en muchas, demasiadas ocasiones llegan al poder no quienes son verdaderos líderes con auténtica vocación social del bien común, sino líderes que son embaucadores con tales habilidades de lenguaje, que convencen a los militantes de que son lo mejor que pueden tener para dirigir al partido. Igual como llegan al poder de otras organizaciones, incluyendo religiosas, sociales, comunitarias y hasta a gobernar países enteros, los futuros dictadores.
Pero si hay crisis de mando y de influencia ciudadana de los partidos políticos es porque muchos, demasiados militantes han llegado a tener las grandes posiciones de poder partidario simplemente por la tal politiquería y manipulación de campañas y votaciones, incluyendo desde mentiras en oferta de labores como en compra de votos en dinero, en amenazas y en trampas para evitar que ganen sus competidores electorales. En el caso de Acción Nacional, la queja es el control de los etiquetados como “padroneros”.
En el lenguaje común se utilizan indebidamente como sinónimos los términos líder con otros como presidente de un partido o de sus grupos parlamentarios. Y no, no son necesariamente lo mismo. Hay muchas cabezas de comités ejecutivos (con diversos títulos estatutarios, quizás) que aunque ocupan posiciones de poder no son verdaderos líderes. Se les obedece porque tienen poder, no por su carisma. Y los partidos políticos de la oposición mexicana están abiertamente en el caso. Y así como se le dice a Andrés Manuel que la terca realidad contradice sus dichos, así la triste realidad está demostrando, desde hace ya varios años, que en los partidos hay muchos empoderados que no son líderes.
Un líder gana a sus seguidores por su carisma, por su discurso, por sus ideas, por su valentía y sobre todo por su conducta personal, su ejemplo: su vida refleja lo que dice ser, es congruente, persigue ideales a veces a costa de lo que sea, incluyendo su patrimonio, su posición social y su vida misma (por eso los asesinan).
Lamento decirlo por algunos amigos, pero la triste, la “terca realidad”, es que en el propio Acción Nacional, faltan verdaderos líderes, que quienes ocupan muchas posiciones de alto mando partidario no han podido demostrar, ejercer un legítimo liderazgo ni interno ni menos aún ciudadano. Y no es que el PAN no tenga militantes con madera de líder en su gobierno interno, sino que no mandan al partido.
Hay varios casos ejemplares de liderazgo, de verdaderos líderes en la trayectoria del PAN que han demostrado su autenticidad y lucha por el bien común y los derechos humanos. Incluyo a personajes como el propio fundador, Manuel Gómez Morín. Y el PAN ha tenido líderes como por ejemplo magnífico a Manuel Clouthier, “El Maquío”, un líder que ni siquiera estaba en el padrón de militantes ni en puestos de poder organizacional. Este es un verdadero líder.
Ante las próximas elecciones internas panistas, a nivel nacional, estatal y municipal, el PAN necesita recuperar su buena imagen tan tristemente deteriorada (veamos los votos obtenidos en elecciones recientes, en descenso), eligiendo no a personajes con poder interno, como parte de grupos de amigos sino a personas que puedan ser reconocidas como verdaderos líderes ante el propio partido y sobre todo ante la sociedad. Sin auténticos líderes encabezando a Acción Nacional, el partido seguirá perdiendo interés de la ciudadanía y eventualmente podría hasta desaparecer, como ha ocurrido al ahora difunto PRD.
Sin duda que, por control político interno, Acción Nacional podrá verse renovado por lo que se llama “más de lo mismo”, personas con poder pero que no han demostrado ni ante la militancia y menos ante la ciudadanía que vota, que son verdaderos líderes, sino solamente empoderados.
Para que la ciudadanía apoye las acciones del PAN en sus actividades de gobierno, las legislativas y de movimientos sociales en pro de la justicia y defensa del Derecho, debe ser visto por tener líderes, no simples controladores del partido. Líderes que influyan en el entusiasmo y acciones del ciudadano en general.
Para el futuro ya cercano, Acción Nacional, por su propia supervivencia y logros por el bien común, que tanto necesita México, deberá ser encabezado por líderes, no por simples herederos del poder interno, bajo la política de que “me sigues tú porque eres mi cuate, mi socio (léase cómplice muchas veces)” que tendrán poder pero no capacidad de ser reconocidos como líderes por la ciudadanía que vota y apoya, ni por organizaciones sociales, otros partidos y los gobernantes en el poder público. Y claro, por los medios de comunicación influyentes en la opinión del público.