UNIDAD NACIONAL ¿EN TORNO QUÉ? Por René Mondragón
LA CONVOCATORIA
Frente a las ocurrencias de Mr. Trump los morenos puros, los más radicales, aquellos que se han encargado de polarizar a la sociedad, de dividirla, de hacer añicos las instituciones y los valores nacional, ahora piden jocosamente, convocar a la unidad nacional en torno la titular del Ejecutivo. Curioso llamamiento, porque suena más a intento de envolverse en la bandera –aunque sea metafóricamente- y lanzarse al abismo en plan idiota, como para dejarle al adversario el camino libre.
Un periodista sostenía recientemente que, ellos, los de la 4T deberían de haber sido los primeros en convocar a la unidad y ponerla en práctica; pero, las evidencias señalan que hasta entre ellos hay divisiones profundas que los predisponen a todo… y todo es todo.
Es un intento extremadamente ambicioso tratar de agotar el tema de la unidad nacional. En estas líneas la intención es invitar a investigar, a profundizar y clarificar conceptos para un México que se debate en medio de la destrucción, la opacidad, la corrupción y las traiciones de todos tamaños.
BASES PARA LA UNIDAD NACIONAL
De inicio, es entender y asimilar que la unidad nacional en un valor fundamental, sustantivo, esencial para las partes que la conforman, porque encuentra su basamento en una enseñanza de moral social y ética política, económica, cultural y familiar que, encuentra en su total transversalidad a la persona humana, con su irrestricta dignidad, su convocatoria a construir el bien común en un marco espléndido de solidaridad eficaz y efectiva subsidiaridad, incluidos el destino universal de los bienes y la esencial propiedad privada.
Por supuesto, a partir del reconocimiento de la existencia y actuación de una Ley Moral y Natural, surge el enfoque de la participación social con total respeto a la cultura de la vida en cualquier circunstancia, además del necesario transitar hacia una mejor calidad de vida en el orden temporal y trascendente.
ALGUNOS APUNTES MÁS
Para bordar sobre el tema, este escribano hace suyos los conceptos de la maestra María Amparo Casar (https://contralacorrupcion.mx/construir-la-unidad-nacional-reunir-escuchar-y-corregir/) cuando coloca tres enormes pilares para construir la Unidad Nacional: Reunir, Escuchar y Corregir.
Para un mejor encuadre del tema, la doctora Casar parte de la crisis que se vive en el país, que a la vez es interna y externa. Ocurrencias y loqueras en el exterior, violencia y criminalidad, incompetencia y estulticia al interior, unas heredadas del sexenio anterior y otras más, impulsadas desde la actual administración, que provocan economía frágil, falta de visión internacional, ideologización del quehacer público y hacer que la salud y la educación, por poner un ejemplo, hayan colapsado, en medio de una democracia sostenida con alfileres, haciendo que el fracaso se institucionalice.
Una distinción elemental. Entender que la Unidad Nacional es para todo. No puede fragmentarse impulsándola para unas cosas y para otras negarla. Así, el enemigo exterior, decía Krauze, se convierte en un mero fetiche. Luego entonces, la dichosa “unidad” naufraga al mismo tiempo, porque también ha exterminado a los contrapesos principales.
ESTRUCTURANDO LA UNIDAD NACIONAL
En forma “aterrizada”, Casar plantea un trípode: Reunir, Escuchar y Sabr Corregir.
Reunir voces de expertises implica también dejarse enseñar por todos aquellos que tienen algo que aportar para el bien del país, alejándose mucho de las cadenas ideológicas y las tintas de partido. El asunto es dejarse ayudar. El problema central es que la mandataria y los morenos puros han despreciado esta ayuda.
Los han ignorado, por el hecho de “haber colaborado con gobiernos neoliberales”
Existen ideas frescas e inexploradas, propone Casar, como un “Tratado de Seguridad de América del Norte”
La idea parece genial.
La presidenta y sus asesores –para transitar hacia la unidad nacional- al dejarse enseñar pueden reconocer su grandeza de estadistas porque reconocen las propias limitaciones, lamentablemente exhibidas por su propia gente, al tiempo de potenciar una de las virtudes sustantivas de los hombres y mujeres en Política:
Aprender a escuchar con efectividad, que ayuda a protagonizar las propias fortalezas, porque el estadista sabe escuchar, reconocer y corregir. Eso es poner en práctica la otra virtud esencial de los hombres y mujeres de Estado: La Prudencia
En paralelo, es indispensable tener claro que, efectivamente, la Unidad Nacional no puede gestarse sin dos ingredientes básicos: Uno, el diálogo abierto, sincero, acudiendo al encuentro del otro en la misma mesa de la palabra. Y por otro lado, comprender que la Unidad de todo el país no puede ser comprada con vales de despensa, paseos o dádivas sino con una gran dosis de pasión, de amor por la patria, de ver el destino histórico de la nación y hacerlo apasionadamente, porque las emociones son más fuertes que las ideas.
Este escribano disiente un poco de María Amparo que señala que aunque la oposición se conceptualice débil, de todas formas hay que dialogar con ella. Se puede afirmar que, por esa misma razón, porque cualquier cosa que se llame oposición, es fundamental dialogar, consensar y entender que el conflicto es una extraordinaria oportunidad de aprender, en vez de meterlos al cajón de “los traidores a la patria”, generoso epíteto que sabe más a rencores y veneno.
Hacer lo contrario, llevaría a un clima nacional en donde los descartados puedan concluir que “el enemigo de mis enemigos, es mi amigo”