Reconciliación post-electoral, ¿en qué consiste?
Por Salvador Reding Vidaña.-
Por muchas partes se habla de una necesaria reconciliación post-elecciones en México. Parece más que razonable, tras tantas escaramuzas, pleitos, agresiones verbales y físicas, insultos e injurias. Pero no es nada fácil, la naturaleza humana la hace posible, pero muy difícil, más si se trata de verdadera reconciliación y no una de dientes para afuera.
Pero ¿qué es lo que hay que reconciliar? Muchas relaciones, algunas intra-partidarias, otras inter-partidarias, otras entre personajes políticos o comunicadores (de esos que se dice son “líderes de opinión”), o del gobierno y de grupos sociales. Más lejos aún, son las malas relaciones interpersonales, por preferencias políticas, que han roto amistades. Muy complicado, pues.
Pero, comencemos por definir qué es reconciliar. De acuerdo al diccionario de la RAE, es un término proveniente del latín reconciliare, y significa “volver a las amistades, o atraer y acordar los ánimos desunidos”.
Vista así, la reconciliación nos queda corta, cuando los problemas de enojos y rencores no provienen en su mayoría de relaciones amistosas dañadas, sino de conflictos viejos de quienes no han sido precisamente amigos. Entre los adversarios políticos hay un buen número que se ven como más que eso, se ven como enemigos, lo cual complica una vida política futura amigable.
Pero podemos ponernos de acuerdo, las partes en conflicto, llamémoslas así, en un gran conjunto de diversos esfuerzos para que la sociedad mexicana esté en paz, que se acaben los ataques, las injurias y las amenazas entre todos con relaciones dañadas, directa o indirectamente.
Creo que lo más difícil, a nivel social, son los rompimientos producto de confrontación de ideas y preferencias políticas, cuando pasado de los memes y burlas, se fueron al insulto y a la injuria. Igualmente, o aún más difícil, es reconciliar relaciones personales dañadas, cuando la discusión de esos temas se llevó a la agresión.
Pero a lo que en general se refieren quienes piden la reconciliación post-electoral en el país, es a los partidos y sus seguidores. Que se acaben las agresiones y se dialogue lo que más conviene al país, como se dice, “de manera civilizada”. No es tan difícil intentarlo y mucho se puede lograr. Para esto, los líderes políticos y sociales tienen un rol fundamental, como responsabilidad personal en bien de México. Los líderes religiosos, como regla, siempre llaman a la buena convivencia.
Lo que dificulta los esfuerzos de reconciliación nacional es una temerosa expectativa, esa de que el nuevo gobierno de Morena tome medidas que afecten a las familias, por la posible imposición de políticas contrarias a las tradiciones cristianas de México. Ese estado de alerta hará que algunas muestras de reconciliación tengan una cierta dosis de suspenso, hasta que se aclaren las cosas en los primeros meses de gobierno y de legislación.
Pero… sí, hay un pero. Se trata de los seguidores de López Obrador y Morena, cuando han tomado como costumbre la agresión verbal y física, contra personas y cosas. Si se iban a los golpes como parte de la competencia electoral, contando con una absoluta impunidad ¿qué se puede esperar de ellos cuando se sienten los ganadores de casi toda la política del país?
Para estos súper-agresivos seguidores de Morena, es indispensable la intervención de su líder, AMLO, que los ponga en paz, que reclame malos procederes (cosa que hasta ahora no ha hecho), y que, además, imponga sanciones, y fomente y permita que quienes cometen delitos tipificados, vayan a la cárcel y sean sometidos a tribunales. Tiene AMLO una buena imagen que construir.
Todavía hay un grupo peor: el de los maestros de la CNTE. Para ellos la reconciliación simplemente no la tienen en su mente. No sienten ninguna obligación moral de reconciliarse, pues se ven a sí mismos como víctimas del Sistema. O se hace lo que ellos exigen o se mantienen en la trayectoria delictiva que tan tenido hasta ahora, con general impunidad. Ya amenazaron que, si no se deroga de inmediato (diciembre próximo quizás) toda la Reforma Educativa con el nuevo gobierno, volverán a las calles a hacer sus desmanes delictivos. A estos, la voz de AMLO no les importa, o les hace caso o se alebrestan. Muy grave.
¿Más grave todavía, hay algo? Sí, irreconciliable. Se trata de la delincuencia organizada, que no ha podido doblegar a algunos políticos y candidatos y los ha asesinado o al menos puesto en huida. Los delincuentes que no puedan “arreglarse” con los ganadores, simplemente recurrirán a sus peores prácticas: amenazas, daños, secuestros y homicidios. No hay reconciliación posible, sólo sometimiento por la fuerza del Estado.
Ante los extremos de posible violencia, verbal, física y social de los acostumbrados a esas prácticas delictivas, hay en realidad un enorme campo de acción para las personas de buena voluntad, que desean vivir en paz y dejar atrás agresiones, insultos y hasta golpes. Y pienso que es la gran mayoría de los mexicanos. Esperemos que la paz social se imponga, que se reconcilien las personas para bien de todos.