La democracia no es obra de la casualidad… Por Esther Quintana

A mí no me cabe la menor duda que la mejor forma de organizarse, convivir y tener avances significativos como sociedad, es a través de la democracia. Pero la democracia no es nomás de lengua, son reglas, arquitectura institucional y también actitudes de las personas. Pero de todititas las personas que conforman un país, no nada más de quienes ocupan un cargo público. Estoy hablando de la sociedad en pleno, al margen de estrato socioeconómico, nivel académico, religión que se profese o sin credo, edad, género, y todo lo demás que usted considere pertinente agregar.
Cuando la sociedad se agrupa con esa conciencia, la democracia deja de ser un mito y se convierte en realidad de cuerpo entero. Una sociedad civil organizada genera debate público y no se espanta cuando surgen opiniones encontradas, nomás faltaba que todos pensáramos igual, la diversidad de opiniones es NATURAL, lo magistral radica en ser capaces de generar consensos. Una sociedad civil organizada, y soy reiterativa lo sé, pero hay que enfatizarlo, es capaz de encauzar a su favor la actuación de las autoridades en turno y recordarles a los partidos políticos que solo son eso, PARTIDOS, no los dueños de la verdad absoluta.
Una sociedad civil actuante tiene claro que la transparencia, los controles y los equilibrios institucionales SON REQUISITO SINE QUAN NON para cerrarle el paso a los abusos de poder, a la deleznable corrupción que pudre cuanto toca y que se arraiga a la sombra de su siamesa, la impunidad. La sociedad civil organizada no es un ente mustio, es actuante, VIVO, echado para adelante. Exige que se le rindan cuentas, con toda razón, el dinero público viene de SUS BOLSILLOS, por la vía de los impuestos, NO ES PROPIEDAD DEL GOBIERNO EN TURNO.
Cuando existe una sociedad civil organizada, consciente de sus deberes cívicos, los líderes que de ella emanan y alcanzan un cargo público, SABEN que llegar ahí, es para SERVIR, para ejercer la autoridad que se les confiere en el marco estricto de la ley. Y que de no hacerlo serán sujetos de las sanciones correspondientes. Pero lo más relevante es que cuando se accede a una responsabilidad pública, habiendo aprendido a participar en los asuntos de su comunidad, se asume la posición como un HONOR. Y entonces la historia se escribe en otros términos.
Hoy día, hay países agobiados por la injusticia social, por la marginación material e intelectual –esta segunda es peor que la primera- , encadenados a la dependencia eterna del Estado, azotados por la delincuencia organizada. Países en los que la seguridad pública, la salud y la educación, les importan una pura y dos con sal a la satrapía que los “gobierna”. ¿Esto tiene solución? SÍ, SÍ, SÍ LA TIENE. ¿Cómo? ORGANIZÁNDOSE.
Los políticos corruptos aborrecen a una sociedad fuerte y organizada ¿por qué? Porque ya no pueden tratar a sus integrantes como cosas. Porque se topan en pared cuando la gente cobra conciencia de que ella es la protagonista, y que los que deben de cuadrarse son los que cobran para servirle. Asimismo, una sociedad civil organizada desarrolla respeto para ella misma y algo invaluable, sentido de pertenencia a un proyecto común. La democracia solo prospera y se multiplica cuando la gente se ORGANIZA para ser BIEN GOBERNADA.
Los buenos gobiernos no se dan por arte de magia. Los buenos gobiernos son el resultado de la acción ordenada, inteligente, permanente, de los GOBERNADOS. Los gobernados responsables del destino de su país, no toleran gobiernos que atenten contra la independencia, verbi gratia, de los jueces. No puede ser democrático un gobierno cuyo objetivo sea mantenerse en el poder hasta la consumación de los siglos, tope en lo que tope y al precio que sea.
Los gobiernos que pontifican la creencia del pensamiento único, o sea el suyo, están absolutamente fuera de la razón. Denostar en consecuencia, a cuantos no piensen como ellos, es atavismo. Hubo predicadores de esa laya, pero en otras épocas. Estas voces que menosprecian e insultan al que discrepa de sus posturas, abonan a la división social y a la polarización. Solo sus aseveraciones son válidas, lo demás no vale un cacahuate. Llega a tal grado la soberbia que los invade, que se asumen como los dueños únicos de la verdad. Hágame el “re favrón cabor”, con su permiso don Armando.
Una sociedad civil organizada defiende el interés general, porque es el SUYO, porque es el que debe atender el gobierno en turno. La prosperidad de un pueblo, depende en mucho del pueblo mismo, de sus arrestos, de su convicción de que el soberano es ÉL, no el gobierno. Las leyes coadyuvan a la buena marcha de una nación, pero también, partiendo de que son hechura humana, sus contenidos están circunscritos a la calidad de los hacedores, al respeto que se deben a sí mismos, al compromiso que tengan con sus representados, al amor que les inspire su patria. Los pueblos que acostumbran votar en conciencia por sus representantes, es decir, que se toman el tiempo de enterarse quiénes son los aspirantes, cuáles son sus trayectorias, se equivocan menos que los que votan a ciegas. Y por otro lado, se va cerrando el acceso a vividores y sujetos que no rebuznan porque Dios es magnánimo, entre otros especímenes.
Las democracias consolidadas se construyen con ciudadanía, eso está más que probado. Y tomo los versos de don Antonio Machado para mejor expresarlo, se hacen “palmo a palmo”, igual que el camino de la vida, con lo mejor de cada mujer, de cada hombre que ama a su tierra, a la tierra de sus padres, de sus abuelos, de todos sus antepasados, por cuanto le significan, y por supuesto mirando hacia el futuro, porque ahí están y estarán sus descendientes.