Por Osmar Roberto Flores Martínez.- El personaje político que hoy está en el ojo del huracán, es producto de años de insistencia por llegar al máximo puesto qué hay en el servicio público. Andrés es el más claro ejemplo de que no necesariamente el mejor candidato, resulta ser el mejor gobernante. Sólo quienes no estamos fanatizados con él, vemos con objetividad las cosas que están sucediendo. Esto es, sin alarmismos, ni exageraciones, pero con claridad como para percibir los riesgos que como país estamos corriendo, como consecuencia de las decisiones del jefe del ejecutivo.

Pero, no hay que equivocarnos, no son Andrés Manuel y los ineptos e incondicionales de su equipo son los únicos culpables de lo qué pasa y lo que está por pasar en nuestro país, lamento decir que es la gente que se sumó a esos 30 millones de votantes que emitieron el sufragio con el hígado sin pensar en las consecuencias. Pero la responsabilidad  del derrotero que está tomando México, es también quienes no votaron por Andrés, que piensan que el deber ciudadano termina con el voto y que depués muestran una pernisiosa falta de interés por su entorno, que solo refleja la poca responsabilidad que tienen, al no participar en la vida pública de este México qué nos ha dado todo.

Es momento de participar como ciudadanos responsables. Es momento de interesarnos por las cosas que están aconteciendo, es tiempo de informarnos y de salir de nuestra zona de confort, para organizarnos, alzar juntos la voz y colaborar en la gestación de alternativas de carácter más integral, distintas a lo que hoy propone la cuarta transformación, que busca generar clientelas políticas cautivas y no ciudadanos libres. Se trata de dejar de ser un pueblo manipulable, pues solo así seremos ese México que todos soñamos y anhelamos.