La política de la mentira
El presidente de la República Mexicana es mitómano por lo que hasta él mismo se cree sus propias mentiras. Además de ser corrupción debería ver a un especialista para su salud mental
Por Ángel Rodríguez.- Ciertas culturas castigan severamente la mentira como la sajona o la estadounidense. Y es que, en el país vecino del norte, se jura ante la Biblia el decir la verdad. Es así que en el escándalo Lewinsky a Bill Clinton casi le cuesta el negar algo que resultó cierto. Lo mismo sucedió con Richard Nixon.
En Estados Unidos, la premisa es; “The first is your fault, the second my fault”, la primera (mentira es tu culpa, la segunda es mía.
Por otra parte, en los países latinoamericanos, se mantiene la vieja premisa romana que decía; “Como las patricias romanas, con cara de que no pasa nada”. Es así que tenemos políticos cuya característica es el mentir, lamentablemente.
Y nadie puede ser mejor ejemplo de ello, vuelvo a lamentarlo, que el actual jefe del ejecutivo. No es la primera vez que el mandatario se le agarra en mentiras. Es algo que le es sistemático y natural en él, es un mitómano de pies a cabeza.
Remontémonos a Tabasco en los años 90’s, en las contiendas para gobernador donde un joven político tabasqueño iniciaba su trayectoria. Primero argumentó fraude en unas elecciones que perdió y bueno, terminó con la toma de pozos petroleros.
Posteriormente, en el famoso debate que enfrentó con Diego Fernández de Cevallos, le acusó de el conflicto de intereses en Punta Diamante. El Jefe Diego iba preparado para un debate con papeles jurídicos y todo, pero se encontró con un porro gritón y golpeador al que sus seguidores le aplaudieron, aunque sus gritos no tuvieran contenido.
Ahora, con el ejercicio del poder, él sigue acusando a expresidentes y políticos que no están bajo su protección
Como Jefe de Gobierno, violó la ley y, por ello, se le inició un proceso de desafuero donde él se hizo la víctima sin serlo.
Posteriormente, difamaron y mintieron sobre el supuesto alcoholismo del presidente Don Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, a quien llamaron, además, espurio por la victoria obtenida en los comicios de 2006. Nunca se probó que hubiera fraude en dicha elección.
Así van pasando los años hasta llegar al 2012, cuando vuelve a perder las elecciones, ahora por un mayor margen que en el 2006 y bajo la misma tónica reclama un supuesto fraude que jamás se comprobó.
Durante estos casi 30 años, el primer mandatario ha acusado e injuriado a muchas personas sin que se les haya comprobado algo ante un juicio. Ahora, con el ejercicio del poder, él sigue acusando a expresidentes y políticos que no están bajo su protección.
Tampoco podemos olvidar promesas como que a partir del primero de diciembre del año pasado se acabaría con la corrupción, los gasolinazos, la inseguridad y otras promesas que llevaban consigo muy buenas intenciones, pero nunca un know-how de como hacerlo posible.
Llevamos ya siete meses, y ninguna de esas promesas se han cumplido, también se quitaron programas de los que se había dicho que no se quitarían. Es así como el presidente se ha vuelto en un mitómano que hasta él mismo cree en sus mentiras, lo cierto es que todas esas mentiras empiezan a caer como un castillo de cartas.
“Como las patricias romanas, con cara de que no pasa nada”