El vestido nuevo de obrador
Por Alejandro Díaz.-
Estamos en una época de cuentos, algunos de hadas y otros de terror, que nos complican la vida a la vez que permiten divertirse a aquellos que disfrutan memes, caricaturas y recreaciones de videos. Desde ese punto de vista es la época más entretenida desde tiempos de Echeverría. Nunca había habido tantas posibilidades de manifestar los sentimientos hacia quien ejerce la autoridad. A favor y en contra.
Cada mañana nos amanecemos con nuevos temas o al menos nuevas versiones de temas ya tratados. Una forma muy especial de comunicación distinta a la de la mayoría de los políticos. Al terminar el décimo mes de gobierno ha dado más discursos (más de 200) que todos los héroes a los que acostumbra mencionar. Ya ha declarado más sin lugar a duda que lo que Lázaro Cárdenas, Francisco Madero y Benito Juárez lo hicieran durante su tiempo de gobierno. Al paso que va será el Presidente que haya declarado más que todos sus antecesores ¡juntos!
Aunque algunos temas son esperados, no por ello libres de controversia: el Plan Nacional de Desarrollo, el aeropuerto de Santa Lucía, los índices de seguridad, la falta de gasolina a principios de año y la escasez de medicamentos durante todo el sexenio. Otros son sorpresivos incluso para subordinados que apenas ahí se enteran de lo que tienen que hacer o de lo que deben enmendar. Ahí reciben órdenes que deben acatar.
Hábil expositor, mantiene cautiva a su audiencia con largas peroratas de hora y media que muy pocos cuestionan en el momento. Si alguien llega a argumentar sus afirmaciones con datos oficiales, él contesta tener otros datos; nunca da la razón a quien cuestiona. Habla de muchos temas sin tener conocimiento profundo en ellos, y aún así no se deja asesorar ni siquiera por los subordinados directos que él escogió.
Vive en un mundo ideal que supone todo mundo comparte, y en el que da por hecho la buena voluntad ciudadana, incluyendo a criminales y narcos. Perdona sin información y sataniza sin rubor. Promete mucho sin tomar medidas para lograrlo; el caso de la seguridad es paradigmático: la percepción de inseguridad es más alta que nunca y el promedio diario de homicidios sobrepasa el del sexenio anterior que tanto criticó.
Dice respetar el Estado de Derecho, pero sólo si le conviene a sus fines. No le importa entrar en polémica, pero sin ceder en sus dichos. Podrán abogados y jueces argumentar en contra, él buscará la forma de salir adelante contra viento y marea. Sus detractores afirman que ha hecho más de 12,000 afirmaciones inexactas incluyendo algunas mentiras.
Ha habido diversas manifestaciones de descontento, comenzando con articulistas y caricaturistas. También con marchas que destacan por su orden y respeto a todo; las pancartas con exigencias de todo tipo, de las respetables de “Así no AMLO” hasta las que exigen su renuncia. De las que protestan por la inseguridad, la falta de medicinas o las de problemas concretos (Policía Federal, taxistas, etc,). Para él no existen, son “fifís”.
La mayor parte de los ciudadanos sólo contemplan. Sus incondicionales lo apoyan, pero poco a poco se desencantan. Cuando se afecta a alguien de su entorno inmediato al ser víctima de la delincuencia o de la falta de medicamentos, ese ciudadano cuestiona seguir apoyando al régimen. Por ello la popularidad presidencial va a la baja. Y seguirá hasta que sea insostenible o haya quien denuncie la locura presidencial. Aunque sea un ciudadano desconocido que como el niño del cuento grite “el emperador va desnudo” para que todos abran los ojos.
daaiadpd@hotmail.com