¿SÓLO EN CHILE?
Por Alejandro Díaz.- Fue una sorpresa para todos, comunicadores y público. El país modelo de América Latina, cuya economía creció mientras otras se estancaron. La nación con el nivel de vida más elevado de la región, donde la pobreza se ha abatido a niveles mínimos. Donde se han alcanzado los mayores niveles educativos en el subcontinente, rozando los de los países industrializados. Un oasis de tranquilidad en los últimos 30 años en contraste con la agitación en el resto de los países del área.
A pesar de tener un PIB de más de 25,000 dólares (México: 17,000), de que los gobiernos de la democracia en Chile redujeron en 30 años la pobreza a menos del 9% y la miseria a menos del 3% (México 43% y 8% respectivamente). La clase media creció en forma impresionante y la esperanza de vida alcanzó los 80 años, caso único en América Latina. Sus exportaciones se diversificaron y hoy en día se encuentran productos chilenos en todo el mundo, del cobre a las manufacturas, vinos y frutas.
Pero una chispa desató la presión acumulada: el aumento del precio del Metro en la capital. Un aumento modesto que provocó a decenas de miles. Inicialmente pocos, hasta ser una marea humana saltando el control de entrada al suterráneoy desafiando a la autoridad. A la temerosa reacción inicial del Estado le siguió el uso de la fuerza, lo que a su vez atrajo a las calles a cientos de miles de ciudadanos, incontenibles. En ese desorden, grupos anarquistas destruyeron mobiliario urbano y estaciones del Metro, saquearon e incendiaron tiendas y supermercados. Si bien estos grupos aprovecharon el desorden para llevar agua a su molino, no se sabe de que ninguno de ellos hubiera iniciado el conflicto.
¿Qué tipo de presión se acumuló en ese oasis de América Latina? A pesar de la evidente mejora en el nivel de vida y de la esperanza de vida, de que los jóvenes cuentan con seis años más de educación que sus padres, la desigualdad continúa. Tanto en la distribución de la riqueza, donde el 10% más rico posee el 66% y el 50% más pobre sólo el 2%, como en el ingreso pues la mitad de los trabajadores recibe menos de 11.000 pesos mexicanos al mes. Desigualdad en el acceso a la vivienda y en la atención a la salud. Desigualdad en las pensiones. En México sufrimos las mismas desigualdades y, la pregunta obligada es ¿Por qué sólo en Chile?
México y Chile comparten logros y problemas, si bien el país andino ha sido más exitoso económicamente. ¿Por qué allá se destapó una protesta popular que parece espontánea y en el nuestro no? ¿Es diferencia de carácter o es la diferencia en costumbres para solucionar conflictos?
En México la subida del precio de los combustibles, el “gasolinazo”, pareció desde enero de 2017 que sería un polvorín que despertaría la protesta social. Un hecho que impactó a más personas, y ha sido más costoso para la población que el aumento del Metro en la capital de Chile. En un principio hasta el actual Presidente se manifestó en contra de los aumentos a los combustibles, pero en el tiempo que lleva en el poder no ha hecho nada por reducirlos. Pocos grupos, y muy pequeños, siguen manifestándose, y a pesar de ello nunca se generalizó la protesta ni se destruyeron gasolineras.
Aún nos falta descubrir la respuesta del por qué los mexicanos somos más dóciles ante las medidas gubernamentales.
daaiadpd@hotmail.com