Encuentro de ¿dos? culturas
Por Salvador I. Reding Vidaña.- Al rememorar los varios episodios que integran la llegada de europeos a lo que se llama América, se habla mucho del encuentro (y hasta del encontronazo) de dos mundos, de dos culturas. En realidad, fue mucho, pero mucho más que eso, pues no fue de dos culturas sino de muchas, europeas y americanas.
En el caso de México, y en referencia a la llegada primero pacífica de Hernán Cortés y sus hombres a la Gran Tenochtitlán, y luego conquista o toma brutal de esta ciudad, se sigue hablando de dos mundos, pero eso es solamente entre castellanos y mexicas (o aztecas). La extensión de la conquista castellana sobre el gran territorio de lo que se llamó Reino de la Nueva España, fue una serie de encuentros con diversas culturas nativas, diferentes de la azteca y ajenas a ella.
Para empezar, el contacto con Yucatán de Cortés y su gente, fue con la cultura maya; nada que ver con las del resto del país. Al llegar a lo que sería Veracruz, y en su andar hacia la Gran Tenochtitlán, se encontraron con otras culturas, de otros pueblos, con sus propias costumbres, lenguas y formas de gobierno, como los tlaxcaltecas (luego sus aliados contra los aztecas).
De hecho, en el territorio convivían como vecinos cercanos o lejanos, territorialmente hablando, muy diversas naciones, también con sus propias culturas, lenguas, costumbres y gobierno. Como ejemplos están los toltecas, mazahuas, coras, olmecas, mayas, mayos, tarascos, apaches, rarámuris (tarahumaras), zapotecas, lacandones, y hasta diversas tribus nómadas en el norte del territorio.
Esta multitud de pueblos, no eran una cultura, no fue la conquista un encuentro de dos culturas. Y evitar esta simpleza es importante para entender y narrar la historia. Yendo más lejos, a América llegaron españoles, portugueses, ingleses, franceses, daneses, en diversas partes del continente.
Y podemos ir también hacia atrás, en el centro del territorio mexicano. En un tiempo de la historia, llegaron pobladores que fundaron la ciudad de Tenochtitlán, y se dedicaron a guerrear en contra de sus vecinos para someterlos, por las buenas o por las malas. Les cobraban impuestos y hasta les hacían la guerra para tomar prisioneros que sacrificaban a sus dioses aztecas. Ese sí fue un verdadero “encontronazo”.
En el caso mexicano, se dice que México es un mosaico de Méxicos, precisamente por la diversidad de culturas regionales, con distintos orígenes tanto de quienes vivían hace siglos y sus descendientes, mezclados con quienes llegaron de otras partes. Y este fenómeno de mosaico cultural se repite por ejemplo en Canadá, Estados Unidos, Venezuela, Colombia, Perú, Bolivia o Brasil. Al ponerse de moda la Amazonia, quedó en claro el complejísimo panorama de diferentes culturas, tanto de pueblos originarios, que son proporcionalmente los menos demográficamente, con todas las regiones pobladas por migrantes y sus descendientes, que son su mayoría, y además de diferentes nacionalidades, nueve, para ser exactos, y por tanto con diversidades políticas.
Por razones del dominio europeo, México, antes conjunto de pueblos separados con sus propias culturas, hizo que esos diversos pueblos se fueran encontrando entre sí, y aprendieran a convivir y hasta a asimilar a su forma de vida, la que imponían los españoles, y que creaba lazos e interdependencias políticas, sociales o económicas, y hasta la nueva cultura del idioma castellano y la integración generalizada de una nueva religión, la católica.
La nueva integración intercultural incluía un mestizado no solamente por matrimonios de americanos con europeos o criollos, sino también de personas de distintos pueblos originarios. El propio mestizaje es un fenómeno complejo.
La mezcla de culturas diversas americanas con las europeas, llevó a formas nuevas de trabajo, de oficios, de agricultura y de ganadería, y dio origen por ejemplo a comidas regionales que, sin el ingrediente europeo de ganado o productos agrícolas no existirían como tales. Como también la comida tradicional europea traída a América, dio un cambio radical al integrar lo europeo con lo americano.
Y este fenómeno de encuentro multicultural entre europeos y americanos, se repitió muchas veces, con la conquista de naciones muy distintas entre sí. Los países americanos actuales hablan de sus culturas nacionales, y en ellas distinguen también culturas diversas territorialmente hablando. Y esta estructura sociocultural es intercultural, con la convivencia de descendientes de pueblos originarios, mestizos de todo tipo, criollos y extranjeros de origen avecindados en América. Y también llegaron los africanos (bueno, los trajeron), y luego los orientales. Pensemos en la cultura haitiana, o la cubana, o la dominicana.
Hablar de dos mundos, de dos culturas que se encontraron con la llegada europea a América, es un simplismo aparentemente inocuo, pero que impide que se pueda entender ese profundo y largo proceso de la creación de lo que son ahora las naciones americanas, del Norte, del Centro y del Sur.