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¿Y ahora qué?

Por Alejandro Díaz.- Las concentraciones del domingo pasado fueron muy numerosas. El Zócalo se llenó como en los mejores tiempos del PRI, y las marchas convocadas por quienes no están de acuerdo cómo actúa el gobierno también fueron concurridas. A diferencia del acarreo con autobuses, de regalos ofrecidos y de la amenización musical, ninguna de las marchas tuvo otro aliciente que el mostrar pacíficamente su rechazo a las políticas de la Cuarta Transformación (4T), en especial con la inseguridad creciente y la falta de capacidad de una adecuada respuesta.

El Presidente afirmó haber cumplido 89 de los 100 compromisos de campaña y haber logrado detener la caída de la producción petrolera. Que si no logró el crecimiento deseado, si hubo mejor distribución de la riqueza, aunque no ofreció pruebas de su dicho. Declaró que se había terminado con la corrupción de gobiernos anteriores, pero sigue otorgando contratos sin licitación. En Seguridad defendió su estrategia y responsabilizó al exPresidente Calderón de ser el causante sin decir que ya pasaron siete años desde que aquél dejó el poder. Finalmente pidió un año más para dar resultados y consolidar la 4T.

Por su lado las marchas realizadas en varias ciudades del país mostraron no sólo una mayor capacidad de movilización que en el pasado. Seguro influyó la molestia creciente por la inseguridad y la falta de medicamentos y médicos, así como por la caída de la economía, de la inversión y de la creación de nuevos empleos. Además, irritó la molestia de rendir el Estado ante el narco al liberar al hijo del Chapo Guzmán.

Si la nación, incluyendo al “pueblo bueno”, y su salud, le conceden el año adicional solicitado para dar resultados, va a tener que modificar lo que hace su gobierno para no seguir fallando. Puede comenzar terminando el importante subejercicio de las partidas aprobadas del Presupuesto de Egresos. Puede enderezar su política económica para tener finanzas sanas y que la recaudación por IVA e ISR sea mayor que las de los ingresos por impuestos a la gasolina, que por cierto ofreció disminuir.

Si sigue creyendo en su estrategia de “abrazos y no balazos“, que muestre resultados en al menos en la parte del país que más votó por el, el Sur. Que concentre los esfuerzos pacificadores donde crea que ese ejemplo pudiera cundir al resto del país. Que use tanto la fuerza pública para inhibir asesinatos dolosos como su poder de convencimiento a quienes lo apoyan para hacer más seguro al menos esa parte del país. Si lo logra, el Sureste tendría un atractivo mayor para los turistas que su propuesto Tren Maya y podría detonarse una mejora palpable para muchos pueblos hoy en la miseria.

Al mismo tiempo, los ciudadanos no debemos bajar la guardia y mantener la presión sobre las políticas gubernamentales. Manifestarse públicamente cada que sea necesario: bien porque se desata la criminalidad en su área o porque continúa el desabasto de medicamentos en hospitales públicos. Demandar a los partidos que se preparen con los mejores candidatos posibles y mejoren su comunicación. Insistir con las autoridades locales en temas de prevención del delito y atención de demandas.

Todos ganamos cuando los ciudadanos se organizan y no se quedan a rumiar sus problemas y sus quejas en casa o en un café. Quienes se quedaron sin participar el domingo pasado por desidia o por flojera parece que quisieran esperar a verse afectados en lo personal o en un familiar muy cercano. Para entonces ya será demasiado tarde. Ahora es el tiempo de actuar.

daaiadpd@hotmail.com