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Un mínimo de congruencia

Por Alejandro Díaz.- Durante un muy largo tiempo -distintos sexenios, incluyendo algunos que admira el actual gobierno- los mexicanos denunciaban el trato que recibían nuestros connacionales por parte de autoridades norteamericanas. Al mismo tiempo sentíamos orgullo del trato que los distintos gobiernos federales le otorgaban a quienes llegaban a nuestras costas y fronteras. Había congruencia entre el trato otorgado a quienes vienen a buscar aquí una mejor vida y el que deseamos para nuestros migrantes en Estados Unidos.

En decenas de encuentros binacionales entre legisladores de ambos países, los mexicanos buscaron influir en sus pares para evitar los excesos policiacos al cumplir con su deber. Pero por los resultados bien parece que son ellos los que convencieron a los mexicanos de la eficacia de sus procedimientos. Sin dar ejemplo no hay forma de demandar mejor trato para connacionales que cruzan la frontera norte buscando trabajo.

El actual gobierno de la 4T se decidió por el comportamiento policial: imita los controles disuasivos de la migra norteamericana al proceder contra los centroamericanos y caribeños en nuestra frontera sur. Pareciera hecha, además, con dolo pues el propio Presidente los animó a venir y luego ¿Por petición superior? los mandó contener.

Este gobierno ha retrocedido a México cincuenta años en Derechos Humanos. Parece querer volver a la época en que empleaba a cuerpos policiales y militares como gorilas para contener a la disidencia. No es capaz de impedir el robo de combustibles, permitiendo tragedias como la de Tlahuelilpan y tampoco sabe contener civilizadamente a quien viola nuestra fronteras. Incongruente entre sus declaraciones y sus acciones, es incapaz de ofrecer soluciones de altura en pleno siglo XXI.

Dice el gobierno que practica la paciencia, pero no impedir el latrocinio conduce a sucesos trágicos con pérdida de vidas. Eso no tiene sentido. Ofrece “abrazos y no balazos” a los cárteles criminales pero le receta una tunda a los hondureños que buscan trabajar en México o en EUA.

La experiencia previa de gobernar la Ciudad de México no le dio suficiente conocimiento para garantizar un gobierno federal eficaz. En aquel periodo su empeño se concentró en dos cosas: contar con una vialidad elevada y comenzar a regalar dinero a una creciente clientela electoral. La primera alivió momentáneamente el tránsito vehicular sin ofrecer soluciones duraderas como los ejes viales en la década de los años 80. La segunda la ha ampliado y parece que así seguirá mientras le alcance el dinero.

Para asegurarse que le alcancen los recursos públicos a su disposición ha causado infinidad de problemas: de la escasez de medicamentos a los recortes a Educación, Salud y Obra Pública. En vez de atender las necesidades de la población, promover una economía sana y redistribuir el gasto público para atender a los menos afortunados se ha dedicado a estrangular los recursos aprobados en el presupuesto para concentrarlos en rubros con rendimiento electoral. ¿Dónde quedó el “Primero los pobres” de su campaña electoral?

El Presidente no conoce lo que significa la congruencia. Sus conferencias mañaneras son muestra de ello. Habla y habla halagando a su clientela cautiva sin solucionar ningún problema nacional. Hasta que el destino lo alcance por la falta de fondos. Al tiempo.