Los grandes afectados
Por Alejandro Díaz.- La pandemia de coronavirus ha causado múltiples problemas tanto a los países que supieron reaccionar a tiempo como a los que no. Unos primero y otros más tarde, decidieron actuar y no quedarse a la expectativa. Queda por saber qué hacen -y sufren- los países con menos recursos.
El primer país en sufrir la pandemia, China, inicialmente no intentó siquiera aislar la provincia donde se generó el mal. Fue un mes más tarde cuando intentaron restringir la salida de quienes supusieron habían contraído el mal. Fue una reacción tardía que no tomó en cuenta a quienes portaban ya el virus sin tener síntomas. Fueron trasmisores de la pandemia.
Cuando empezaron a aparecer las primeras víctimas en Europa la reacción fue aislar a los enfermos. No pensaron en los portadores del virus que permanecían aparentemente sanos. Excepto Rusia ningún país cerró sus fronteras. Dos meses después comenzaron a hacerlo los países más afectados, e incluso a cancelar vuelos internacionales y domésticos. De ahí siguió prohibir todo tipo de reuniones públicas y a ordenar que todo mundo se mantuviera en casa con muy pocas excepciones.
Italianos y españoles fueron los primeros en sufrir esta especie de ley marcial. Ahora está siendo imitada en muchos países para contener el mal. Esperan ver resultados en las próximas semanas. Prefieren ser estrictos que laxos, saben que estas medidas tienen efectos económicos y sociales pero saben que si no lo hicieran así, su población sufriría efectos devastadores. Sólo un puñado de países -México entre ellos- comienzan apenas a restringir movimientos.
Aunque el Presidente sigue desdeñando al virus y sus consecuencias sus Secretarios ya han comenzado a emitir sugerencias. Si bien el Secretario de Salud sigue ausente, quizá por enfermedad crónica, el de Educación ya determinó suspender clases presenciales y hacerlas en línea. Otros con responsabilidad anuncian el cierre o la disminución de operaciones -gobernadores, bancos, universidades, teatros y hasta la Suprema Corte-. Por otro lado, hay quien se comporta como el Presidente y desdeña el riesgo tanto de contraer el virus como de no impedir la proliferación.
Sin importar lo que decida finalmente nuestro gobierno en su conjunto, en los meses por venir veremos una debacle económica y de servicios de salud con graves implicaciones sociales. Aún si la pandemia no llega a ser grave en número de enfermos y fallecidos, quedarán los problemas económicos. Debiéramos estar preparados, pero los recursos a los que se pudiera acoger han sido asignados a otros rubros, y hasta ya gastados.
¿Quienes estarán afectados? Quienes viven al día sin duda serán los más afectados, y los atacará por partida doble: tendrán dificultades tanto para ganarse el sustento como para encontrar un soporte médico o social. También los prestadores de servicios turísticos; ellos ya están afectados justo cuando llegaron las cuentas alegres de que habíamos roto el récord de visitantes con 43 millones, el sexto mejor del mundo. Pero con Trump y la Unión Europea frenando todo tipo de vuelos, este año difícilmente tendremos la mitad, y eso sin contar con la aversión a los virus.
Los transportistas -las aerolíneas ya están sufriendo- verán cómo decrece su mercado. No sólo lo que se ha dejado de producir y lo que China ha dejado de enviar, sino porque la demanda nacional se contraerá y no se ve que el gobierno federal tome medidas para sostener la economía.
Si el año pasado no crecimos, este año apunta a que el PIB disminuirá de manera sustancial. El gobierno tiene ahora un reto mayúsculo. Debe asumir con seriedad la responsabilidad que el Presidente no asume.