A pesar del daño prefieren a Morena: algo más
Salvador I. Reding Vidaña.- Si las preferencias políticas y en especial electorales favorecen a un populista y su partido ¿qué más se debe tomar en consideración para competirle y ganarle? Para un ciudadano activo en política de partido, o de organizaciones sociales que busquen revertir, en lo posible, la fuerza política del populista, o hasta para un ciudadano consciente, en su entorno, el “qué hacemos ahora” se vuelve una enorme preocupación, muy justificada.
Volviendo a la forma en que las personas toman sus decisiones, más por emoción que por razón, cualquier estrategia para ganar simpatía política y votos debe plantearse en consecuencia. La emoción priva sobre la razón.
En el caso de México, no solamente millones de personas simpatizan y apoyan a Morena, por la seducción de las palabras y negación de la realidad, sino también por el desprestigio de las otras fuerzas políticas que desean ganar elecciones. El desprestigio y rechazo de otros partidos tiene muchos motivos, son producto de acusaciones, fundadas, justificadas, inventadas o simplemente desproporcionadas en la verdad. Ello es una de las principales visiones que se deben tomar en cuenta para competir.
Por ejemplo, la enorme corrupción, descarada y evidente de la administración de Peña Nieto, dio mucha materia para que en las campañas electorales del 2018 Andrés Manuel convenciera a millones de que deberían rechazar en las urnas al priismo (ya visto como PRIAN-PRD), y que votaran por quienes ofrecían terminar con la corrupción, es decir por Amlo y Morena.
Los votantes que apoyaron en las urnas a Morena ese año (y en elecciones posteriores locales o de diputados federales) nunca valoraron la oferta morenista de que acabarían con la corrupción, tomando en cuenta el cómo se había realizado y denunciado su corrupción en donde ya gobernaba Morena. Su enojo con el gobierno priista saliente les impidió verificar si Morena era o no un partido honesto o corrupto.
De hecho, el PRI no podía defenderse de las acusaciones de corrupción, no tenían forma de hacerlo. Y las acusaciones sobre corrupción priista provenían también tanto de otros partidos como de la sociedad civil y sus medios.
Por otra parte, las acusaciones morenistas y de Amlo en contra de los gobiernos federales de Fox y Calderón fueron creíbles por básicamente una razón: el PAN nunca supo (y sigue sin saberlo) cómo “cacarear el huevo”, como convencer a la población de sus buenos logros entre los años 2000 y 2012. De esta forma, los ataques en contra del panismo y las acusaciones también de corrupción por parte de Morena se volvieron creíbles.
No solamente el PAN no supo hacer valorar su buena administración federal, sino que no supo (y sigue tampoco sin saberlo) presentar sus buenas administraciones, muchas, de buenos resultados por el bien común en municipios y entidades federales. Error de omisión, y muy grave.
La suma de las acusaciones morenistas en contra de lo que llama PRIAN, con la grave falta de defensa de estos partidos, PRI y PAN, y del PRD, faltaba más, y hasta de promoción electoral de personajes desde conducta dudosa hasta de impresentables, le dio millones de votos a Morena y a Amlo. No solamente votaron por él (y están muchos millones dispuestos a volverlo a apoyar) sino que las manchas en contra de la oposición fueron creíbles para millones, por enojo popular en contra de la administración saliente de Peña Nieto.
Por esta razón, Amlo tuvo gran éxito al pedir que se votara no solamente por él a la presidencia, sino por candidatos al Congreso que le dieran su apoyo, para aprobar sus propuestas de eso que llaman “4T”. Y le dieron mayoría en el Congreso federal, para que aprobaran lo que el presidente les ordenara.
Todo fue y sigue siendo manipulación emocional, aunque muchas veces apoyada en razonamientos sobre la oposición respecto a su actual político, ciertos, magnificados o inventados. Cuando se miran las cosas con esta óptica, las preguntas del por qué se apoyó y se sigue apoyando a Amlo y a su Morena tienen respuesta.
Tanto para las elecciones locales de 2023 y las locales y federales de 2024, las motivaciones desde emocionales hasta francamente viscerales en contra de los partidos opositores y a favor de Morena y la sucesión de Amlo, se deben de contrarrestar, con estrategias políticas de la oposición y de quienes desde organizaciones no partidarias, deben ser de motivar emocionalmente al ciudadano con base en razonamiento, es decir de dichos y datos que le hagan cambiar preferencias hacia ellos de quienes siguen admirando ciegamente al morenismo, y sobre todo de quienes se han abstenido de votar, por las causas que sean.
¿Cómo se hace esto? Lo compartiré más adelante.