Adiós al sicofante
Esther Quintana.- Nunca la ira y la rabia han servido para construir NADA. Bajo su tóxica influencia se colapsa el raciocinio y por ende, se pierde la objetividad en el juicio. De modo que lo más sensato es tenerlas bien amarradas, hoy los mexicanos no las necesitamos en lo absoluto.
Hay un debate que sí nos incumbe, porque se trata nada más y nada menos de una decisión que tenemos que tomar con la cabeza bien fría y el corazón ardiendo. Y más allá del ruidazo que cunde a lo largo y ancho del país, con motivo de las elecciones del 2024, cuyas precampañas ni siquiera es tiempo de hacerlas -por mandato de ley, aunque al preciso eso le viene guango-, lo que nos toca, si somos responsables, es sosegar el ánimo y tomar previsiones para que la inteligencia se haga cargo, toda vez que no es asunto menor definir qué clase de país queremos.
Esa decisión política tiene un impacto directo en nuestras vidas. Ya es tiempo de empezar a informarnos sobre las trayectorias de vida de los nombres que se oyen para postularse a la presidencia de la República, para que no nos agarre de su cuenta la propaganda electorera ni la electoral, que son bien distintas, pero pegan igual. Este país ha pagado un precio muy alto por esa desidia dominante. Es la causa principal de que lleguen a los cargos públicos INCOMPETENTES y SINVERGÜENZAS. Y cuando empiecen a sonar los de los suspirantes a las cámaras de diputados y senadores, por favor no nos durmamos en nuestros laureles.
Entérese de quiénes se trata, qué méritos tienen. Y cuidado, habrá frescos que quieran reelegirse, nomás por arreglos pactados con las dirigencias, no por lo realizado en San Lázaro o en Paseo de la Reforma 135 amén en el exterior. El Poder Legislativo necesita conformarse con mujeres y hombres que sí conozcan el trabajo parlamentario, o seguirán aprobándose leyes que ni siquiera leen, leyes de ingresos y presupuestos de egresos valiéndoles un soberano cacahuate el destino del dinero de los mexicanos, y absteniéndose de ejercer una función sustantiva, como la de ser el contrapeso del ensoberbecido Poder Ejecutivo, por mencionar algunas.
Por favor, no vuelva a darles oportunidad a incompetentes y lame patas del presidente en turno. Nos cuestan un dineral, ya es hora de que sientan el rigor de lo que es pasarse por el arco del triunfo las obligaciones que tienen con sus representados. Se necesita hacer cambios estructurales en México, es imperativo construir un país más justo, con un gobierno y unos legisladores que de verdad se hagan cargo de una realidad que hay que solventar A FAVOR DE LOS MEXICANOS. Está más que claro que hay una parte de la sociedad mexicana verdaderamente encabronada –disculpen la palabrota– con el estado de cosas que se va haciendo consuetudinario en ámbitos tan sentidos como son la salud, la educación y la seguridad, sin olvidar por supuesto la economía, y no son todos, sólo cito estos. Y hay otro número importante que sigue conforme con su suerte de dependiente ad perpetuam, con la cabeza bien lavada de que si este gobierno de izquierda mohosa no repite, pierden las “ayudas”. Es una MENTIRA, esos programas, gobierne Juan Pitas o Juan Cuerdas, están asegurados en la propia Constitución de la República (Art. 4to).
Esto tiene que cambiar, sueño con un país en el que TODOS tengan las mismas oportunidades para ser exitosos, porque eso se traduce en bienestar generalizado. Habemos muchos mexicanos asqueados de un régimen ayuntado con las mentiras, con la charlatanería, con la manipulación, con el separatismo, con la insolencia, con los insultos, con las calumnias, con la falta de respeto al adversario político, con el empecinamiento en borrar la división de poderes para que prevalezca solo el Poder Ejecutivo, con la desaparición de los organismos autónomos, con la opacidad, con la repartición de culpas a los antecesores y la negativa enfermiza de asumir sus responsabilidades.
Hacer política con mentiras es deleznable, la democracia se nutre de verdades, es el sistema de la palabra acordada, es el reflejo del diálogo abierto que construye, no este batidillo en que la han convertido. Este gobierno de izquierda del pasado, no está jugando limpio. Hoy estamos en el peor de los mundos, nuestras vidas corren peligro, estamos en medio de una guerra ideológica absurda, montada por una izquierda añosa, artrítica, no la moderna que escucha y consensa, esta es la de “conmigo o contra mí”, el discurso del odio es la herramienta de la que se vale. Así de oscuro es el voladero que tenemos enfrente, es momento de decidir si sucumbimos o si tenemos las agallas para levantar el vuelo, pero hay que hacerlo con mucha inteligencia y sobre todo con amor a nuestra patria.
Se trata de sumar, de conciliar, de dialogar, de convencer con argumentos. Quienes queremos una política limpia tenemos que poner la verdad por delante, impulsar los consensos que anteceden a los acuerdos, redoblar esfuerzos para garantizar la igualdad entre los que aquí habitamos, exigir el cumplimiento puntual de la ley, trabajar para que los derechos fundamentales que se reconocen en la Constitución dejen de ser mito. La alianza entre la oposición y la sociedad civil organizada, debe convencer al electorado con la contundencia, repito, de los argumentos. Hablemos en positivo de lo que queremos para México. Despertemos almas y conciencias, apelemos a las convicciones con respeto. Que sean éstas nuestras armas, no las hay mejores.