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Asimetrías y vulnerabilidad de los medios

Por René Mondragón

DOS REFRANES, UN CAMINO

De inicio, este escribano agradece en todo lo alto los tweets, correos, mensajes, inbox y varios alternativos de comunicación, comentócratas incluidos, preguntando si al amanuense ya se lo había cargado la 4T. Se agradece, pero gracias a Dios, nada de eso. Solo fue una sobrecarga de talacha, pero, otra vez de regreso.

La sabiduría popular, y a veces no tan popular, acuñó dos expresiones que resultan geniales para los objetos de este trabajo. El primero, jamás olvidar que “a los políticos se les acaba como a las moscas… ¡a periodicazos!”; y el segundo, una máxima presidencial que decía: “No les pago para que me peguen”. Ambas, con una enorme dosis de razón.

Uno, porque en verdad, si existe algo que debilita a los políticos de cualquier latitud, son los golpes que les asestan en los medios o desde los medios de comunicación. Ahora, también desde las redes sociales. Hay que recordar la caída del poder en Tunez.

Y del otro lado, entender que, los medios viven de los anunciantes. Y uno de ellos, fundamental, es el propio gobierno; lo que coloca al medio en calidad de indefensión ante la amenaza de no volver a recibir un solo peso de publicidad gubernamental.

LO DE HOY

Lo de hoy es el “revire” del presidente López y la violenta respuesta presidencial a la yugular de varios medios, entre ellos, Proceso, El Universal y Reforma.

El presidente ha dicho que está en “su derecho de réplica” y tiene razón. Como cualquiera de mis adorables lectoras y amables lectores, haciendo uso de nuestra legítima y válida libertad de expresión, podemos replicar y contra-replicar.

Pero, como señala mi estimadísimo Jorge Castañeda, aquí se encuentra la primera asimetría. O, como dijese mi efebo hijo de mis entretelas: “Que se meta con uno de su tamaño”; aunque con Trump ya se vio la certeza y puntería de mi agüe, que en casos como este solía pontificar: “Es que el diablo sabe a quién se le aparece”.

Asimetría, sin duda, porque el columnista, el analista, el estudioso de la res pública solo tiene su voz, su rostro, su teléfono y su computadora. El mandatario, a su favor cuenta con todo el aparato del Estado para hacer añicos al entrevistador y/o reportero.

En consecuencia, no puede darse el “derecho de réplica” en las mismas condiciones; lo que provoca –y no hay que ser grandes analistas para concluir- que el medio y el comunicador quedan en total estado de indefensión y bajo circunstancias completas de vulnerabilidad. No es posible que ese “debate” se dé entre iguales. Jamás lo será.

YA SE SABÍA

El presidente López es refractario a la crítica y le genera salpullido el comentario adverso, sobretodo, cuando es evidente que el mandatario no tiene la razón. Por eso surge el reiterado recurso de “yo tengo otros datos”.

En efecto, porque él mide lo que quiere medir, evalúa y valora como solo él lo desea, con la metodología empírica, folclórica y ocurrencial que él determine. Por eso siempre tendrá “otros datos”. Nadie más los tiene y el IFAI jamás se atreverá a contradecirlo. Por eso mismo, se declara “inexistente”, -aunque se firme ante notario- cualquier información requerida por ciudadanos y/o medios y/o agrupaciones de la sociedad civil que tanto detesta.

Y cuando a alguien se le ocurra demostrarle que está fuera de razón, lo corren del trabajo, léase CONVEVAL, CRE, Instituto de Evaluación de la Educación y todos los demás organismos que justamente, evalúan y propician directrices. Eso le resulta intolerable.

¿Puede el presidente asfixiar primero, y exterminar a los medios de comunicación que le contradicen y critican? Indudablemente sí. Tiene todo para lograrlo sin necesidad de mancharse las manos. Un botón de muestra: el hackeo sufrido recientemente por Yo Influyo. Reventaron todo desde el exterior, obviamente. ¿A quién se recurre? ¿Con quién procede una queja o una común denuncia? ¿Podrá esperarse algún resultado?

El siguiente paso en contra de los disidentes y discordantes del pontificante y dogmático discurso presidencial, es seguir el ejemplo de Maduro y de Chávez, de Raúl y de Fidel. ¿Llegaremos a eso? Es pregunta.