CÁNCER EN MÉXICO: ROSTROS Y NÚMEROS QUE DUELEN Por Éctor Jaime Ramírez-Barba
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“No puedes vivir en una sociedad sin ser culpable de algo” Alexander Solzhenitsyn
En su novela “Cancer Ward” (pabellón de cáncer), el premio nóbel Alexander Solzhenitsyn nos introduce en un microcosmos de enfermedad y desesperanza, un hospital soviético donde los pacientes, marcados por el cáncer, se enfrentan no solo a la lucha biológica contra la enfermedad, sino a la indiferencia del sistema y la resignación del destino. Cada personaje encarna una visión distinta de la existencia ante lo inevitable, pero en su conjunto, reflejan la condición humana frente a la fragilidad de la vida y la burocracia impasible.
Esta obra puede utilizarse como una poderosa metáfora para visibilizar la cruda realidad que reflejan los datos del informe de estadísticas a propósito del día mundial contra el cáncer publicado antier. En 2023, más de 91,000 personas fallecieron por esta enfermedad (53% mujeres), un número que trasciende la estadística y revela un drama humano de proporciones masivas. Como en el pabellón del libro, estos números no son solo cifras frías, sino historias truncadas, luchas personales y el peso de un sistema de salud que, muchas veces, no alcanza a responder con la celeridad y eficacia necesarias.
Así como los pacientes de Solzhenitsyn representan distintos estratos sociales y maneras de afrontar la enfermedad, los datos del informe revelan disparidades geográficas y de género en la mortalidad por cáncer. Estados como Chihuahua y Baja California Sur presentan tasas alarmantes (86 muertes por cada 100 mil habitantes) y Guanajuato persenta una tasa de 70.8 muertes por cien mil habitantes igual que la media nacional. La tumores malignos dominantes en la población de 0 a 29 años fue la leucemia en ambos sexos. En las mujeres de 30 años y más fueron el cancer de mama y del cuello uterino; en los hombres predominaron los cánceres de próstata, traquea, bronquis y del pulmón, así como de colon, recto y ano, reflejando la urgencia de políticas públicas más contundentes.
La novela nos recuerda que el cáncer no es solo una batalla médica, sino también social y emocional. Al usar esta analogía, el informe de mortalidad cobra un rostro más humano, llamando a la sociedad a no ver las cifras como datos abstractos, sino como un llamado urgente a la prevención, la detección temprana y la mejora en la atención sanitaria.
Estas últimas semanas, fuimos testigos de nuevas protestas de padres de niños con cáncer debido a la falta de medicamentos. A pesar de las declaraciones oficiales que aseguran la disponibilidad de todos los tratamientos, la realidad en el terreno es muy diferente. Madres y padres han tenido que enfrentar la angustia de llegar al hospital y encontrar que no hay medicamentos para el tratamiento de sus niños, niñas, adolescentes y otros seres queridos. Esta situación no solo pone en riesgo la vida de los pacientes, sino que también genera un desgaste emocional y económico incalculable para las familias.
Como he señalado en otras editoriales, la tasa de mortalidad por cáncer ha aumentado pasando de 63.7 defunciones por cada 100 mil personas en 2014 a 70.08 en 2023, incremento que significa muchas vidas humanas.
Una de las principales deficiencias que persisten es la falta de un Registro Nacional del Cáncer robusto y actualizo al que obliga la Ley General de Salud desde 2017 y la Ley General para la Detección Oportuna del Cáncer en la Infancia y la Adolescencia desde 2021 que el gobierno de morena desmanteló a su llegada y no ha reactivado a pesar de múltiples exhortos desde la tribuna que este escribidor y su grupo parlamentario del PAN hemos hecho desde la tribuna. Sin esta herramienta fundamental, es imposible tener una visión clara de la magnitud del problema y, por ende, diseñar políticas públicas efectivas para combatirlo.
Gonzalo y Juan (que conocí) son solo dos de los miles de rostros que deberían estar reflejados en ese registro, pero que permanecen invisibles para las estadísticas oficiales y por ende, la programación de formación de los especialistas necesarios para el diagnóstico oportuno, el equipamiento y la planificación regional para su atencion en los tres niveles para dar un tratamiento oportuno disponiendo de todos los medicamentos oncológicos y para el dolor que ellos necesitan. La lucha contra el cáncer es una batalla que debemos librar unidos.
Una buena nueva es que esta semana aprobamos en la Comisión de Seguridad Social una modificación a la ley que permite a los padres de niños con cáncer obtener licencias laborales con goce de sueldo para cuidar a sus hijos durante tratamiento. Esta medida, que esperamos poder extender a otras enfermedades graves mediante una iniciativa que presentamos, brindará un respiro económico y emocional a las familias que enfrentan esta difícil situación.
Publicado en Periódico AM
Dr. Éctor Jaime Ramírez Barba