Desde el lado de los mandantes
Por Esther Quintana.- He participado en campañas electorales desde que ingresé a Acción Nacional, he visto derrotas y victorias de compañeros y las propias. Las victorias saben a miel y las derrotas son amargas, pero son también las que te dejan lecciones imborrables. Ya si no las aprende una es que es dura de entendederas.
La última que viví fue en la que contendí para ser diputada federal por segunda ocasión, y los electores nos mandaron a mí y al partido a un tercer lugar. El primero se lo llevó el PRI, el segundo Morena y yo quedé en tercero por el distrito 4 federal. Por esta servidora y el PAN votaron sólo veinte mil saltillenses. La campaña la hice como indican los expertos hoy día, que no tiene sentido hacerla, con toque de puertas, casa por casa, frente a frente con el elector y entregando un volante con las propuestas que impulsaría en la Cámara de Diputados de convertirme en legisladora. Y no basta. Es muy difícil hoy día pretender llegar a un cargo público con solo eso.
Las condiciones que priven en el momento histórico de que se trate son bien importantes. Particularmente, hablando de condiciones, me tocó enfrentarme no solo al consabido statu quo que priva en Coahuila, si no al reparto de dádivas, “beneficios sociales”, del movimiento del presidente López Obrador, lo que provocó la bandera del “voto útil”, impulsado desde las organizaciones civiles que hicieron campaña para que se votara por el más competitivo, es decir por el que tuviera más oportunidades de impedir que Morena obtuviera mayor número de escaños de los 7 que le corresponden a nuestra entidad federativa. Personas que usualmente votaban por Acción Nacional sufragaron a favor del candidato del PRI. Dolió pero no mató.
La piel se endurece. Hoy vamos a una elección local –Gobernador y diputados– en coalición precisamente con el partido con el que el PAN ha sido antagonista desde siempre, el PRI, y con el PRD. Esta coalición es absolutamente ajena a ideologías, porque no se trata de una suma por esa razón, lo que la congrega es hacer un frente amplio para detener al avance de López Obrador y su movimiento denominado Morena. Veintidós entidades federativas tiene Morena actualmente, el PAN cinco y el PRI 2, Coahuila y Edomex.
Por cuanto a diputados federales, 201 Morena, 115 PAN, 69 PRI y 15 PRD. Senadores: Morena 59, PAN 20 y PRD 3. En Coahuila, desde siempre, gobierno estatal tricolor y mayoría priista en el Congreso local. Hoy el PRI tiene 16 diputados de mayoría relativa, Morena 4 plurinominales, el PAN 2 plurinominales y el PRD ninguno. Esta es nuestra realidad.
Las críticas a esta alianza en la que van dos partidos tan sustantivamente distintos, por origen, por historia, por todo lo que usted guste y mande, son válidas. Hay para quienes simple y llanamente resulta inaceptable. Particularmente he sido una crítica incisiva del PRI, desde todos los espacios en los que he tenido la oportunidad de manifestarlo, con cargo y sin cargo y desde siempre, no nada más cuando incursioné en la arena pública. Y no obstante, hoy he decidido apoyar esta determinación de ir juntos para detener el avance de Morena. No quiero a Morena en mi país, ni en mi entidad federativa, ni en mi municipio, y tampoco con mayoría en el Congreso. Me horroriza la actuación que tienen en el Congreso federal, empecinados por mandato de su amo en destruir al país.
No quiero más hegemonía partidista. No quiero para las nuevas generaciones entre las que están las de mis nietos y todos los que vendrán, más gobiernos emperrados en servirse y no en servir a quienes les pagan la dieta y los llevan al cargo público. Quiero gobernantes que les dé vergüenza robar del erario y que a quienes se atrevan los refundan en una prisión de por vida. Sueño con una generación que no les llame pendejos a los honestos y “fregones” a los ladrones. Quiero gobiernos que tengan como primacía la salud y la educación de sus gobernados, con eso México se beneficia y además le ponen una golpiza de muerte a la inseguridad, a la delincuencia, a las adicciones, y a toda esta bazofia que nos está pudriendo como sociedad.
Sueño también con gobernados que se traigan cortitos a los gobernantes, no gobernados vociferando entre cuatro paredes y hasta ahí, porque no da para más su indignación. Sueño con que los mexicanos aprendamos a ser solidarios entre nosotros, pero no nada más cuando hay desgracias provocadas por la naturaleza, si no en la determinación de tener un México en el que todos tengamos las mismas oportunidades para el desarrollo y el crecimiento como individuos, como personas y como miembros de una comunidad que se distinga por el cuidado que le tenemos para que cada vez sea mejor.
Quiero políticos que nos hablen en un lenguaje sencillo, directo y sobre todo breve. No quiero políticos acartonados, los quiero políticos casados con el cumplimiento de sus deberes pero siempre desde la perspectiva de los problemas, vivencias, expectativas, sueños, aspiraciones, emociones y sentimientos de sus representados. No más comunicación hueca, sino orientada hacia las necesidades y deseos cotidianos de sus mandantes. Quiero una nueva manera de hacer política: informal y horizontal.
Mi apoyo a esta coalición no es gratis, cuesta todo lo que acabo de expresar y voy a exigir el pago todos los días, si Dios me presta vida y salud. Mi parentela muere entre los 98 y 110 años. De modo que estoy en plenitud.